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ViendoME a los ojos

Por Verónica Ruiz

La mirada lo es todo.  Desde dentro sería ¡donde pones tu atención!.  En eso que focalizás es en lo que te realizás, y no importa si es grande o pequeño, ni siquiera si es importante o no, hablo del bagaje desde lo más pequeño, “pensar en que si como ese postre, me caerá mal” … al cambio de foco, de pensar, “ese postre es el dulce premio que me daré hoy”. Esto lo cambia todo, la mirada al hecho. Visto hacia fuera sería: desde qué lugar estoy haciendo esto!!
Hay una mirada expansiva, tan grande como el cielo mismo, una mirada que lo incluye todo, que abraza las diferencias, las personalidades, los gustos y los cambios… Esa mirada expansiva, es el reconocimiento genuino, a conciencia,  desde qué lugar, óptica, foco o espacio hago esto que hago, con redundancia y todo.
El emprendedor mira desde ahí, se sabe focalizado en eso que hace.  No trabaja para la mirada crítica del entorno, reconoce que eso que está ejecutando, es desde un lugar único de unicidad absoluta.  No monta la bicicleta con miedo a caerse, ni para mostrarle a sus pares que tan bien puede conducir.  El emprendedor vuelve a ser ese niño que monta en la bicicleta, conducido por su espíritu incansable de alzarse en vuelo.  Que le aplaudan o no, es secundario, que le acompañen o le suelten las manos, solo son tintes de diferentes gamas, pero no es inherente a él.  Le llega como añadidura, como consecuencia, y como todo lo que hace, es producido por deseo propio, no le pueden llegar más que flores abriéndose en su propia primavera, aunque por esos tiempos sea invierno en el calendario.  
Emprender para dejarse ser en la primera bici con rueditas, dista mucho, de formarse para abrir un negocio. Si te permitieras el viaje en el tiempo, recordarías que por tus añitos del jardín, tu espíritu era salvajemente apasionado, las caídas no dolían, los parches se pegaban con facilidad, te permitías reír después de golpear en unas cuantas veredas, jamás pensabas en desistir o en que eso no era para vos, y si te lo permitían,  llevabas la bici junto a tu cama para ser lo primero en tomar por las mañanas… no había juicios, nadie le dice a un niño en cuantos días tiene que dominar la bicicleta, quitarle las rueditas de apoyo o subir el asiento. El proceso es limpio, genuino, apasionante, los riesgos son como monstruos de los dibujitos, las raspaduras son trofeos en la piel y la llegada no es más, que una nueva línea de partida a otros sueños… ¿Qué dista tanto de lo que somos ahora? La mirada! Primero la nuestra, la que no nos deja fracasar y por ello hacemos exhaustivos estudios para saber si va a funcionar antes de hacerlo (imaginate si fueras a tomar un curso para aprender a montar tu bici, y quisieras andar en ella, luego de la formación conceptual sin haberla montado nunca!!) y como es adentro, es afuera, por tanto la mirada externa abruma también, bajo el lema de buenos consejos, no falta quien te diga, ¿con la crisis que hay? ¿En esta época del año? ¿Sin experiencia? Y un sinfín de cosas más.
En tanto, esta nota de hoy es una invitación a tu mirada, acá no importa que hacés, con quién o en dónde, acá lo que importa es que reconozcas, desde dónde lo hacés!
Sé ese emprendedor de cortos años, de gran espíritu, de sueños en la almohada y de mirada expansiva… simple en los pasos pero convencido de que ellos te llevarán a donde quieres ir.  Sé de modo tan determinante que ni los gigantes del sistema, ni las brujas de los cuentos puedan acallar tu voz… Sé ese que sos exactamente, no el que aprendiste que debías ser!
Emprender es mirar-se.
 Es dejarse ser en el arenero de la vida, así como se muestra la realidad, pero moldeada a tu forma. Creo que distamos de ese niñito, porque nos ganó la calle, pero también creo, que no soportamos a este adulto que se mueve por índices de riesgo país o patacones, de ser asé, estoy convencida, que esa mirada solo cambia cuando, el llamado es tan fuerte, que ya no escuchás lo que dicen ahí fuera.
Justamente el artista nace de la resistencia que ofrece el material, y no es mediante la lucha, sino, cuando le mira, se mira, y se transforma en la música que le da vida.  Ser ese pincel que acompaña el proceso creativo con nuestros propios ojos, es emprender.
Somos co-creadores de esta realidad que pulsa desde el unísono, esa mirada compasiva y apasionada, lo cambia todo, lo embellece todo, lo ama y abraza… lo alegra, lo RE-VIVE.  Le da vida a la obra cuando el actor vuelve a su propia vida y a su pulso genuino, liberado de la mirada fantasma, que jamás existió, más allá de sus propias celdas.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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