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Gargiulo cuenta fútbol

La historia del ángel de los tres palos, el Flaco Carón y el mundo del balón en esa época de oro. El sociólogo lanza "La memoria de las manos" un libro que hace coincidir los relatos con los hechos y los sentimientos del "Flaco que atajaba como los dioses".

 

Miguel Gargiulo escribía bien cuando hacía periodismo a la salida del futbolero barrio de Villa Juana. El tiempo le dio títulos, pensamiento formal, carrera, investigaciones, pero suele volver a los lugares en los que fue feliz. Hace un tiempo nos contó la historia del fútbol rural, ahora en "La memoria de las manos" utiliza la enorme figura del Flaco Jorge Carón para contar la historia del fútbol y mi papá, dice el sociólogo. "Mi papá era arquero de La Protectora, y como le gustaba mucho el fútbol, íbamos a la cancha. A los cinco años nos vinimos a vivir a la ciudad". Resulta que su padre era fanático del arquero homenajeado, triangulando en la creación del escritor una narración concatenada donde el arquero, el fútbol y la misma historia de hombres de carne y hueso, se rodean y regodean de la humildad del Flaco para vertebrarse en una serie de entrevistas.

Gargiulo imagina desde raíces centenarias del romanticismo más puro la forma de pensar un libro "de una manera sencilla y ordenada" -como lo hace el Facundo de Sarmiento para contar la crítica a la Revolución de Mayo a través de historias paralelas-.  Tiene como "centro de la escena al Flaco Carón, y en capas sucesivas como las de una cebolla, lo que el Flaco tuvo como complemento para ser él mismo, él jugó en un equipo frente a otros equipos, en una selección frente al Boca campeón de América del ´78. El punto es que él es el centro de la escena, yo cuento su paso por la selección y los clubes del momento en el momento en que él jugó, entonces tengo 80 fotos de todos los equipos en los que jugó, menos en All Boys y Estudiantes de Caseros, juntando por ejemplo Fútbol Club de Henderson, Estrella Roja de Daireaux, Deportivo de Guaminí, Alem, su Independiente -en el que jugó en tres épocas distintas-, Talleres, Empleados, El Fortín y un montón de historias alrededor de la selección. Esa es la idea global del libro".

En Bolívar puede decirse que hubieron muchos buenos arqueros, pero la figura de Carón se destaca siempre. Gargiulo da una idea simple basada en la permanencia, "desde 1965 a 1979, sus 15 años como arquero de la selección, aunque con algunas intermitencias" cubiertas por otros de sus colegas y amigos. "Había otros, pero la primera connotación que podemos poner es una técnica, es que el Flaco es el primero en descolgar la pelota y dársela a un defensor -como hoy hace el Barcelona- para que salga jugando. Hasta entonces todo arquero la tenía que tirar bien arriba, el esquema 2-3-5 obligaba a jugársela a los delanteros, una mera cuestión de probabilidad. Entonces comienzan a transformarse las formaciones, y el Flaco es el que lo inicia acá, a ordenar el área, a tener voz de mando, a hablar en el vestuario".

Respecto a "Cincuenta años del fútbol rural", Gargiulo interpreta que hay varias continuidades. "Uno es que en varios años se integraron los equipos de la zona rural y jugaron el torneo oficial, Ibarra, Hale, Villa Sanz, La Protectora... el 17 de octubre de 1971 en el Eva Perón juegan Independiente de La Protectora -con mi viejo re peronista, y donde él había jugado de arquero- contra Independiente, donde jugaba el arquero que él admiraba, el Flaco Carón. Ese día comienza el partido y el 1-0 lo pone el Bochi Juárez, y lo empata Juan Domingo Morante, no pueden existir más significaciones. Después terminó 7-1 porque fue el mejor equipo de la historia de Independiente".

Apurado para definirse si se reconoce más conocedor de fútbol o de investigación, mide un "de fútbol se poco, no sé mucho de investigación, aunque me gusta mucho el proceso para investigar", una fortaleza que ha demostrado sistemáticamente en cada una de sus entregas. Después interpreta, "en 200 páginas logramos meter entrevistas, anécdotas y fotos de todos los equipos por los que pasó, es una pasión, buscar hasta el último segundo la última foto".

Por ende es más que un libro de Carón, rebusca en su andamios de pensamientos y extrae a Plotino en el estante de la filosofía, resumiendo que "nuestro deber en la tierra es elevar lo que de nosotros hay de divino, hacia la divinidad... el Flaco atajaba como los dioses, lo elevamos a la categoría de Dios, llevado a una expresión mundana". Agrega, "es en esa expresión de cancha que yo quiero colaborar en establecer con el libro esta cuestión que el Flaco Carón atajaba como los dioses, y también te voy a hablar de aquellos que jugaron con él, como el Patito Castro, ¿quién no se babeaba viendo jugar al Pato?, con esa calidad y belleza que es difícil de hallar. El libro me da esa excusa, o de hablar del Raba Cesona".

 

El 18 de diciembre se presentará el libro, tendrá un costo muy bajo que podrá comprarse en el mismo evento o posteriormente en El Turulito, la Terminal o Mundo Gurí, convirtiéndose en una tentación navideña.

En el libro se concretan diálogos con "Carón, árbitros, dirigentes, compañeros, familiares, rivales, amigos, son cerca de 150 entrevistas", "probablemente alguno de los entrevistados también merezca su libro, pero ya no seré yo", concreta el escritor.

Entre el buceo que ha realizado hay muchos microrrelatos a destacar, uno de ellos, septiembre de 1975, "con la tercera de Boca en la que venían jugadores consagrados y otros que iban a ser figura, al arco va Carón, Independiente lo va ganando, yo con mi papá y mi tío Alberto en la tribuna, Hugo Paulino Sánchez mete un zurdazo al arco... el Flaco sale con su gorrita, los ojos bien abiertos y tapa la pelota, casi lo da vuelta del pelotazo. Era el 9 de la primera de Boca, era el empate, lo festejamos como si fuera un gol. Termina el partido y mi tío Sánchez dice si tengo un hijo le pongo Hugo Paulino, y así fue, quien después fuera un gran jugador de Empleados, que es el equipo en el que jugaba el Flaco en el 75", da cuenta del entretejido que va armando en las historias que se fueron desnudando del entramado que surge al entrevero de anécdotas, historias, personas y situaciones dadas en un momento dado, en torno a un arquero, el fútbol y un grupo de personas.

 

El dueño de las manos

En el marco de las casualidades por la puerta del bar entra un despreocupado Jorge Carón. Sale otro café, y una charla tan natural como siempre, "no sé si merezco esto, somos amigos y él (Miguel Gargiulo) quiere reconocerme lo que pude haber hecho durante muchos años, aunque no sea mucho".

El ángel vuela y se sumerge en un océano de recuerdos vívidos que surgen con naturalidad. "Cuando vine a Bolívar quise poner en práctica algunas cosas que había visto en Buenos Aires en arqueros, yo tuve la suerte de ver y entrenar con el más grande, que fue Amadeo Raúl Carrizo, aunque también con otro grande como Néstor Martín Errea. Estando allá tenía la oportunidad de ir a los entrenamientos, además de verlos jugar los domingos, y ya en ese entonces eran dos adelantados, utilizaban mucho a los defensores para salir, trabajaban muy bien, con una presencia inolvidable", dice respecto a su interpretación y concepción del juego.

El Flaco se deja llevar, y el café aún no tiene azúcar, "a la semana de llegar a Bolívar ya me habían invitado a entrenar con la selección para el campeonato argentino", a partir de ahí "se prolongó por muchos años".

Carón sabe que trajo al fútbol local un aire innovador, "me gustaba que me vean bien, vestirme bien, me gustaba abrir bien los ojos, observar todo lo que pasaba en la cancha", habiendo incorporado novedades como el pantalón largo y los guantes en el guardavallas, además "me gustó hablarles a mis compañeros, ubicarlos, avisarles qué ocurría a sus espaldas, o como dicen comenzar a jugar a los pies".

El maestro no se reconoce como tal, se lo deja a los grandes referentes de los tres palos a nivel nacional. Es difícil destacarse como arquero, "yo tuve suerte de vivir aquél momento", de las grandes figuras del arco. Entretanto el café se enfría, y el Flaco deja caer historias ricas, historias de amigos, algunos que los emocionan, como el gran Ángel Tincho Zabala, "uno que arrancó sin querer ser arquero, comenzó como wing izquierdo hasta que terminó siendo gran arquero, estamos llenos de anécdotas" compartiendo el puesto.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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