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Teatro de Sombras sin Tiempo

Por Verónica Ruiz

¿Cómo habitar el eterno presente, sin conocer la trampa del tiempo que pasa?; ¿las horas vacías, los rápidos inconmensurables, la retórica del que espera o la vacuidad de lo eterno?!

¿Hablarías de inmortalidad sin haber conocido lo mortal del miedo? ¿El aroma a muerte, el sepulcro de tus fantasías, la frialdad de la nevera o lo tieso del cuerpo que calla?

Te invito a las palabras para crear realidad y recojo, a la vuelta de la esquina, la inmensa certeza, de que ninguna palabra alcanza para nombrar lo que esta realidad me ha dejado en la piel. Camino por ahí con nuevos pasos sobre huellas sin marcar y me asalta la idea de no estar yendo tan lejos como imaginé, ni de estar tampoco, en el trazo artístico de mi propio puño. ¿Cómo es que sin moverme me he movido? Quizá… el sitio del que partí no se haya en ningún mapa, más que en mi propia vagancia mental y sin siquiera notarlo, me conduzco a finales de noches atemporales. 

Solía jugar con sombras chinescas, en la quietud de mi habitación y cuando todos dormían ya, mis manos creaban personajes heroicos que me acompañaban en historietas sin escribir, pero que aún las veo jugar, cuando la mirada logro alzar. A menudo, mis días transcurren entre esas sombras mágicas y otras que hacen de dragón y Corte. Y no pasa nada. Aprendí en el juego de ir creciendo a convertir a mis jueces en aliados y a los fantasmas en amigos íntimos con los cuales trascender.  Reconozco que en medio de la oscuridad una pequeña mota de luz, sirve para iluminar cielos que superan al tiempo y componen lienzos sobre los cuales crear.

Nada permanece en tinieblas cuando amanece el sol. Apenas fragmentos del recuerdo de quien creí ser pueden dormir en la sombra, pero en este instante, a mi luz, solo habito claridad. 

Ya querría yo hablarte como antes. Con esa seguridad de quien cree saber más por maña que por haber vivido. Pero esa versión ha marchado ya, llevándose certezas y a mi viril intelecto. Distanciándome de la lógica y la razón, dejándome completamente desnuda y al abrigo del existir.  Tomaría una borrachera ahora habilitando a mis personajes infantiles a un duelo con cetros frágiles que nos sumerjan en la fantasía de estar vivos de verdad. Estos locos bajitos han podido cambiar la trama, adelantar el desenlace y aplaudir de pie, la histórica leyenda. Con ellos cuento. Y para darles vida, callo. Permito el silencio emergente en el suspiro y les presto mis manos y mi pulso para escribir.

Hay nostalgias en el que escribe. Una mezcla de competencia entre todas las voces internas, una lista interminable de interpretaciones por narrar, dudas certeras y hasta algunas razones intelectuales que admirar. Hay emociones profundas y pensamientos adjetivados. Hay una suerte de falsa humildad y de compasión por uno mismo. ¿Escribe el rey o el mendigo, el juez o el juzgado, el que dirige o el que acata?, ¿el siervo o el pastor? ¿La claridad o el que aclara?

¡Ni modo que sigamos eludiendo la responsabilidad de asumir que todos ellos son uno y viven en UNO! Soy el UNO. ¿Todos mis personajes, de este y otros tiempos, así como mis modos de ver y no haber visto, de expresarme y de estar callando, de ser sombra e iluminar, de ser luz y oscurecer y, porque no?, de estar sin estar y de huir quedándome, reescriben cada día la única historia que existe, la MIA…, -uf-, UNI-VERSO.   El Verso Único de quien habita la inmortalidad de estar vivo en el único instante que existe, que ha existido y que existirá.

Cada vez que escribo dialogo con todos mis colegas internos y al mirar el mundo, los veo a todos andar por las calles reflejándose en la mirada de cada ser que habita sus propias pieles. Incluso en aquellos en las aldeas más remotas que jamás visité o en los picos más altos que no escalaré, en cárceles y prostíbulos, en conventos, asilos, hospitales, gabinetes, mercados, vías sin trenes. Los veo en los ojos del perdón, en suicidios sin saltar, en botellas sin descorchar y bodas de altar. Más, no me alejo de la idea de que ese mundo externo, que tanto nos horroriza, reposa en mis riñones, se filtra por mi hígado, se anuda en mi estómago, y son mis intestinos quienes drenan algo de dolor sin enmascarar. Proyecto en la realidad a todos mis personajes y no los condeno fuera, los cobijo dentro.

El conocimiento que solo es información ciega y separa; el conocimiento que es experiencia visualiza y une. Ese mundo que vemos afuera es nuestra Atenas y el teatro griego en esplendor, solo que nos creemos los espectadores con boletos al portador. 

Por aquellos tiempos, cuando se inició el teatro, la tragedia era la representación popular, solo con el tiempo llegaron la comedia y la sátira. ¡Hoy es similar!!! Nos seduce la tragedia, aunque la repudiamos, y olvidamos que la dicha interna puede proyectar un mundo de comedia basada en el Amor.

Desde mis profundidades elijo a que personajes darle vida y que genero teatralizar. Veo un mundo nuevo desde el cielo de mi mirar, en mis pulmones respiro azul clarito y desde mi corazón pulso la fuerza vital de un humano honestamente humilde, en paz y en tiempo real, con capacidad para Amar.

Querría que al finalizar esta lectura cierres tus ojos, te visualices bajo tierra, respires, estés por un momento ahí, y al abrir tus ojos, decidas nacer a la verdad esencial: LA UNIDAD.  ¡Abriendo tus ojos siente nacer, y al nacer, di en voz alta, quién quieres ser en este teatro; y qué obra vas a protagonizar!

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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