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Modelos productivos y salud

La contracultura a los agrotóxicos. Coincidencias entre el crecimiento de la frontera agraria, los químicos y el incremento de problemas de salud. El costo de la enfermedad debiera ser un costo productivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Colectivo Tierra Viva de nuestro distrito sigue con su prédica acerca de mejorar nuestras formas de producir, el vínculo con la tierra y la toxicidad agregada a la misma. Hay una eterna prédica de los grupos ambientalistas subrayando la impronta en el contexto productivo entre la racionalidad ambiental y el modo de producción imperante en un momento histórico. Sin racionalidad económica, no se podrá pensar en un modelo ecológico, pensarán investigadores como Enrique Leff. Se habla de una construcción cultural, por lo que la contracultura (no hegemónica) tendrá que librarse como batalla.

Entre las actividades realizadas en Bolívar se contó la disertacióndel médico Javier Albea, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario y uno de los responsables de los Campamentos Sanitarios que organiza la institución en distintas provincias, pero con eje en la zona sur santafecina.

Albea presentó un discurso en el que intentó definir los derechos vinculados a la salud, las pruebas que él –y el equipo- fue relevando en los últimos años y la posible hipótesis, vinculada a la exposición a agroquímicos y el impacto negativo en el ambiente, del que lógicamente la humanidad forma parte.

Sostuvo que en la concepción de salud se contempla el “ejercicio de luchar por la vida digna”, a la vez “fortaleciendo las diversidades” ecológicas en su completud –hombre y contexto-, para lo que hay que ejercer un proceso de “deconstrucción de las hegemonías como condición esencial para el sujeto”, entendiendo que de esa manera, la salud es un proceso, por lo tanto dinámico, “una construcción dada por la interdependencia de factores de reproducción biológica, formas de convivencia y conducta”, “reproducción ecológica” y “reproducción de las relaciones de intercambio económico”, conjunto de elementos, que en su intersección, conforman la salud.

Tomando los conceptos del reconocido sanitarista argentino Mario Rovere, interpretó que la salud ha de tomarse como un intercambio con el ambiente, afirmando que aquél sostenía que “somos parte del entorno, por lo que los entornos ambientales (entre los que hay que entender a las transformaciones productivas) influyen en nuestra biología, por lo tanto en la relación salud-enfermedad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Refirió que los Campamentos Sanitarios constituyen el examen final de la Universidad, por lo que realizan un trabajo de campo censando una localidad chica. Después de cruzar los datos de las sucesivas campañas emerge información que adquiere inferencia científica. La primera de las evidencias es la flaqueza de nuestras estadísticas, dado que la exclusividad recae en los prestadores estatales, por lo que prácticamente la mitad de la población que se atiende en el sector privado, se pierde.

Al trabajar en forma censal, es decir casa por casa, los futuros médicos pueden completar el mapa informativo. Así se hallaron cuestiones como un decrecimiento en los partos vaginales, con el incremento inverso de cesáreas. Dato ese que tendrá su correlato en el crecimiento de abortos, es decir, la existencia en determinadas zonas geográficas de alguna problemática de las que se denomina como ambiental.

Además de hallar sobrepeso infantil (39%), manifestó la observancia del conocido crecimiento de la frontera agrícola, con el consecuente incremento en el uso de agroquímicos (un 858% más, principalmente glifosato), en tanto la superficie sembrada se incrementó en un 50%.

Allí comienza la búsqueda de incidencias, en los estudios de suelo, develando que a causa de la interacción productiva (como el transporte o la existencia de depósitos, agronomías o equipos de siembra), se aprecian “altos niveles en las ciudades”, en una presencia tal que no alcanza a degradarse. Se lo aprecia en espacios cotidianos, como veredas, terrenos, plazas, etc. Asimismo se lo vincula con la naturalización de esa presencia residual en la vida cotidiana, refiriéndose a estudios de la UNLP que han dado cuenta de la presencia de plaguicidas en más del 80% de cítricos y verduras.

Nuevamente volvió a la argumentación inicial, el de la salud, recordando estudios internacionales que revelan “relación entre plaguicidas y determinadas como hipotiroidismo y tumores, incluso una modificación del ADN”. A tal punto se infiere la importancia de los químicos, que puede inferirse una relación entre su afectación a la flora intestinal y su vínculo con el sobrepeso, y otras enfermedades. El ciclo se cierra cuando se incluyen las propias bacterias del suelo, porque al ser afectadas por agroquímicos, eliminan la riqueza de su diversidad, afectando nuestra propia diversidad. Casualmente en la región observada es el hipotiroidismo la enfermedad que encabeza la estadística, seguida por tumores.

 

Las contrapruebas

Albea definió que se le está pidiendo a la ciencia que demuestre lo contrario, “que hay otras causales y no ésta”, la de los agroquímicos, lo que da cuenta de “la complejidad que existe en el abordaje de la problemática”, recordando la histórica retórica de las tabacaleras (con los conocidos casos de influencia económica de Phillips Morris) cuando fomentaban estudios que negaban la toxicidad del producto comercializado.

“Cuando organismos como la ONU –se plantea el médico- sostienen la necesidad de producir fuera del modelo agroinustrial”, también han de considerarse como costos del modelo productivo aquellos propios a la salud. Si se los ha de entender –desde la mirada sistémica- como un simple commodity, las consecuencias de la producción deben incluirse, para que “el costo de la enfermedad no la asuma solamente el Estado”, sentenció.

 

 

 

Benito Juárez ejemplo de la FAO

La FAO está proponiendo acciones para reducir el hambre y mejorar los vínculos con el medio ambiente. Dos orientaciones surgen al respecto: la agricultura familiar y evitar los agrotóxicos.
Recientemente la organización dedicada a la alimentación de la ONU reconoció a La Aurora, un campo de Benito Juárez por producir sin agrotóxicos, alcanzando la misma rentabilidad que la producción tradicional, pero sin agredir al medio ambiente. La agricultura sustentable es posible.
Eduardo Cerdá, un referente del tema y el ingeniero del establecimiento, define que llevan más de veinte años trabajando de esa manera. Declaró que “en la medida que trasciendan estas experiencias, se pueden transformar en un incentivo para otros productores”, para sumarlos a la experiencia. Reconoce que “muchas veces se descalifica lo que estamos haciendo”, en concordancia con el discurso hegemónico, sin embargo “esto es extensivo” –dijo-, compitiendo abiertamente en cuanto a la rentabilidad. “El modelo actual tiene debilidades productivas, porque un productor tiene que usar cada vez más insumos, tiene que gastar más. En cambio, nosotros proponemos aplicar cada vez menos insumos, teniendo menos costos, y comparando los rendimientos en muchos casos estamos iguales. Pero al tener menores gastos, los rindes pueden ser menores y el equivalente en plata puede ser igual o mejor”, definió.

 

 

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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