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El adiestrador de perros

Después de un accidente, Marcelo Lucero halló en los perros un motivo de existencia. Quien “no tuvo un perro en su casa, no sabe de lo que se trata, nadie deje de tenerlo”. Hoy se dedica a enseñar y criar animales.

 

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Marcelo Lucero, contó que la conexión tan especial que tiene con los animales, en especial con los caninos, se dio en oportunidad de regresar a Bolívar, en el año 2007. “Me fui un año a trabajar con los perros a la ciudad de Dolores y volví al año siguiente. No era mi trabajo o lo que yo quería hacer con los perros, me dediqué a trabajar de otra cosa y después sí, comencé con unas tarjetas y algo de difusión para empezar de lleno con los caninos”.

La historia de Marcelo se relaciona con un accidente muy grande que debió atravesar y con una promesa, que pudo cumplir en el año 2004 y que era venir de Mar del Plata a esta ciudad. “A raíz de tantas cosas que me pasaron es como que la cabeza se te nubla, algo de depresión, entonces me dediqué a trabajar con los perros; me compré un cachorro, después trabajé con un hombre que tenía una edad mayor y me hizo estudiar sobre el tema. Más adelante, ya me largué solo y hoy, asentado en Bolívar, lugar al que siempre tuve ganas de volver porque es mi pueblo. Nací acá, me fui 20 años, muchas cosas cambiaron; pero es mi ciudad”.

Con respecto a su trabajo con los perros, Marcelo se dedica a todo lo que es disciplina y obediencia de los canes para el cuidado de casas, galpones, quintas y otros lugares. “En Bolívar, no me falta el trabajo y siempre se suman cachorros y gente que se va enterando, a pesar de la poca publicidad. Por eso, estoy muy contento con la gente que confía en mí y con los animales”.

Marcelo sostuvo que, el mejor tiempo en cuanto a la edad del canino para empezar a recibir adiestramiento, es entre los seis y ocho meses. “Este es el mejor momento para empezar a trabajar en lo que es disciplina y obediencia del animal. Hay perros que tienen su carácter y temperamento porque está en su instinto, aunque no todas las razas son iguales. A veces me han llamado por un cachorro de cinco meses y ahí se empieza con los paseos y todo lo que es disciplina”. Si se comienza con el adiestramiento cuando el animal es más grande va a costar un poco más, ya cuando el animal tiene cerca de dos años se está a tiempo; pero es mucho más difícil.

Según la visión del entrevistado y de acuerdo a lo que vivió en Mar del Plata, donde también había un amigo (Alejandro) que se dedicaba a lo mismo, “tuvimos que ir a calmar un dogo, un rottweiler, que han querido morder al dueño y hasta hemos tenido que tratar de agarrarlo, sujetarlo con collares, correas y bozales para tratar de hacerle entender. Ahí, empieza a tirar manotazos y a morder, porque el animal, tiene como defensa su boca. Nosotros teníamos un equipo especial para proteger nuestro cuerpo y nos arriesgamos. Esto casi hoy ya no lo hago, puedo llegar a calmar al perro, arriesgarme a meterme a la casa con mis conocimientos, algo de energía que tengo en las manos y lo logro tranquilizar”, explica.

Hay muchas razas de perros como dogos, rottweiler, pitbull que tienen un instinto muy marcado; pero “ningún perro es asesino”, reconoció Marcelo. Y agregó que “cuando recién llegué a Bolívar era el furor del doberman o del dogo y se mandaron muchas macanas. Hasta un dogo había mordido a un nene; pero en muchas cosas, a veces, la culpa no es del animal sino del mismo dueño, se compra un perro porque le gusta, o para que cuide la quinta o la casa porque ya te entraron a robar una vez; pero hay que interiorizarse del perro qué hay que conseguir. Todo se basa en la crianza del animal, es como un niño. Un bebé, cuando empieza a caminar, agarra todo lo que está a su alcance para jugar y tira todo; pero no es por dañino. Hoy, un cachorro de perro, de cuatro o tres meses, hace lo mismo. Depende mucho de la paciencia que se lo ponga al animal, hay que entenderse con la mascota, no hay otra manera”.

 

La satisfacción de Marcelo está en ver cómo el perro cambia. “Siempre con buenos modales, nada de maltratarlo, sino de tenerle paciencia, usando las mismas palabras, en un tiempo de media hora o cuarenta minutos con tres días de actividad, dos de ejercicios y un día de recreo, jugando y paseando con ellos en las plazas, estación de trenes o el parque. Los animales se adiestran, se calman y se logra que aprendan a convivir de buena manera en la casa de sus dueños”.

“Los perros son muy inteligentes y observadores, además de tener desarrollados todos sus sentidos más que el ser humano”, afirmó Marcelo. Más que nada “el ovejero alemán, que es la cría y la raza que a mí me gusta y me dedicó a vender y a criar”.

Estos animales, van asimilando todo lo que aprenden y lo vuelcan cuando vuelven a sus casas con sus dueños. “Yo trabajo en sus casas como en el afuera. A veces se da que, cuando volvemos a la casa de algún perro, pareciera que creen que yo no los voy a mandar, en el buen sentido, como cuando estamos en la plaza; pero yo actuó de la misma manera”.

Marcelo trabaja en forma individual con los perros que tiene a su cuidado y adiestramiento. Muchas veces se suele ver, en otras ciudades, chicos que pasean una cantidad de perros al mismo tiempo; pero ese no es el trabajo que hace él. “Si me llaman para pasear un perro lo hago; pero nunca en grupo, a no ser que sean dos o tres de la misma casa que ya se conocen”. Por su parte, “en lo que hace al trabajo de disciplina y obediencia de los perros, saco de a uno solo. Doy turnos o lo organizo en distintos horarios, ya que tengo clientes de hace diez años, porque todo lo hago con mucha pasión, paciencia, empeño y tiempo”. 

A la hora de su formación para hacer este trabajo, toma el ejemplo de César Millán, quien estuvo en la Argentina. “Él explica que empezó con esto mismo por una situación parecida a la mía y notó que en los perros hay una ventaja hacia el humano. Hay que tener paciencia, tiempo y darle un poco más de importancia a las mascotas. Siempre sigo leyendo mucho sobre el tema, estoy conectado con unos veterinarios de la ciudad de Olavarría, siempre tratando de tomar los buenos ejemplos y sabidurías para poder replicarlos acá”.

Además del adiestramiento y la formación, también se encarga de lo que es vacunación, desparasitación y bañado de los animales. “Siempre trato de interiorizarme de todo, a veces se da que saco el perro y lo noto distinto, se lo comento a los dueños, le pregunto a ellos, porque cuando a los perros les pasa algo lo demuestran enseguida”. 

Marcelo resaltó que ha tenido muchas satisfacciones y ha logrado muchas cosas con los animales. “Me han salvado en situaciones difíciles, han rescatado gente, como por ejemplo, cuando un perro dogo me avisó que había una señora desvanecida en la cocina porque había una pérdida de gas o una llave abierta. Salvar a un hombre en una laguna, trabajar con chicos en sillas de ruedas. Me hubiera gustado trabajar con perros en los bomberos, pero quedó en una charla nada más”, recordó.

Siempre se ha dicho que el animal más fiel al hombre es el perro y Marcelo no tiene duda que es así, “yo tengo escrito un dicho en el paragolpe de mi auto que dice que ‘cada vez que voy conociendo a la gente, más quiero a mi perro’. Perro fiel es el ovejero alemán, sin menospreciar ninguna raza porque he tenido golden, labrador, dogo, rottweiler, doberman..., es familiero, juega con los chicos y es tranquilo. El boxer, golden o el labrador también son unos perros para el hogar, que no te van a morder o atacar; pero siempre es según como sea la cría del animal, porque ya son un componente más de la familia. Hay que tener presente que el animal se acostumbra a su amo, como por ejemplo, aquellos perros que acompañan a personas ciegas”.

 

Sobre si cambiaría el trabajo que realiza con los perros por otra actividad, Marcelo respondió que “no lo haría. En Mar del Plata, trabajé en seguridad y con los perros, por eso, te digo que me dieron muchas satisfacciones. Correr con un perro a un ladrón, hacer un salvataje a un hombre dentro de un auto rompiendo un vidrio, entre otras. He tenido premios y medallas por todo este trabajo que me llena de orgulloso. Hoy, si tendría que hacer un trabajo de seguridad en una casa, cancha o donde sea, lo haría con un perro porque me siento resguardado y seguro de esa manera, antes de usar un arma”, declara. Agrega que “a mi edad, dejar el trabajo con estos animales por otro, no sé si lo haría. Veo que tratan mal a una criatura o a un perro y seguro termina en una discusión”.

Marcelo es un agradecido de los perros por todas las satisfacciones que le dieron, no sólo en lo laboral sino también en lo personal. “Mi perro negro, que ya no lo tengo, me ayudó mucho. Estuvo todo el tiempo al lado de mi cama cuando yo estaba postrado y no lo cambiaba por nada, era mi compañero, mi alarma, mi amigo; por eso que la raza ovejero me llega mucho”.

Además de este trabajo, Marcelo se dedica a la crianza y venta de ovejeros alemanes. “Tengo una perra y voy a comprar otro casal porque se me murió una hembra y ya he vendido 56 cachorros. Es lo que siempre quise hacer y mañana o pasado, cuando no pueda andar como hoy, me dedicaré más firme a la cría y venta de ovejeros alemanes”.

A veces, ante la pérdida de un animal, cuesta mucho reemplazarlo por otro. Marcelo respondió que “siempre guardo un recorte, una especie de poesía, donde el perro le escribe al dueño y ahí me di cuenta que no sé si se encuentra otro perro igual al que partió. En el recorte, el perro le dice al dueño que nunca deje la cucha vacía, que traiga otro perro, aunque no sea igual. No hay un animal que tuviste que pueda ser reemplazado por otro. El que no tuvo un perro en su casa, no sabe de lo que se trata, que nadie deje de tenerlo”.

 

A Marcelo Lucero se lo puede ubicar en los lugares verdes de la ciudad haciendo su trabajo con los caninos, al teléfono 2314 - 472418 o en Saavedra 985.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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