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Donkito, fundando el mercado de flores

La floricultura como una producción intensiva y un uso alternativo del suelo encuentra en Cultivos Donkito un ejemplo a visualizar. El matrimonio Santos-Palomino marca una producción local e invita a hacer crecer la oferta local.

 

Verónica Santos y Eduardo Palomino, son además de matrimonio, socios emprendedores en la producción de flores más grande de la ciudad. Durante todo el año sus invernáculos se llenan de los colores más naturales que luego llegarán a hogares de Bolívar y ciudades vecinas.

                       

“Empezamos a producir desde cero”

Los comienzos de este proyecto constituyen en sí una experiencia inspiradora para quienes desean seguir sus deseos en un emprendimiento propio. “Nosotros empezamos con un invernáculo y al año teníamos tres, la gente y los pedidos te van llevando pero siempre se necesita de alguien más. Acá empezamos a producir desde cero desde hace dos años, comenzamos con claveles ya que en esta zona es una de las plantas con menos problemas, las enfermedades tienen que ver con hongos generalmente pero se logra una buena producción”, comenta Verónica.

Eduardo se remonta a los inicios de la actividad que, junto a Verónica, realizan todos los días “la floricultura empezó hace 100 años, yo no sé nada de esto, las que saben son las colonias japonesas que llegaron a Argentina y que lograron con esto una venta anual de 20 millones de dólares por año. Los grandes de todo esto están en los alrededores de Buenos Aires y La Plata. Las grandes producciones se venden a través de dos mercados, en el Mercado de Floricultura de Buenos Aires, en Barracas y en el Mercado de Flores en La Plata, en la Ruta 36. Nuestra pequeña producción es una cabecita de alfiler comparado con estos mercados y desde acá abastecemos parcialmente al mercado local”.

Si bien realizar lo que a cada uno le apasiona es un condimento importante para garantizar el éxito del proyecto, también es necesario analizar permanentemente el mercado en el que se trabaja, en este sentido, Eduardo reflexiona: “en este momento en Argentina no es posible vivir de esto por la relación económica de acuerdo al dólar es muy difícil para exportar, incluso para los grandes productores hay ciertos límites, es algo suntuario, por ejemplo la gente va a comprar muchas cosas antes que una flor”.

 

“Don Quito era mi padre”

La oferta de Cultivos Donkito está regida principalmente por la naturaleza y acompañada por la gran voluntad de sus hacedores: “lo que ofrecemos es estacional, ahora tenemos claveles y yerberas y llegando a la primavera vamos a tener fresias, este año habrá el doble de las producidas el año pasado”, dice Eduardo y agrega sobre sus flores: “el clavel acá y por ahora está mitificado como flor para llevar al cementerio, no es el caso de otras flores como las gerberas que estamos produciendo desde hace un año”.

El nombre que lleva este proyecto tan original en Bolívar, responde a la intención de hacerle honor a uno de los integrantes de esta familia emprendedora: “Don Quito era mi padre, yo le puse Donkito para que parezca más japonés”, dice Eduardo.

 

“Se trata de ensayo y error”

La producción de flores que se puede ver en Donkito es imponente a simple vista, la primera impresión de cualquier persona que visite el lugar seguramente es muy agradable. Además es notorio que detrás de toda esa belleza natural existe un trabajo minucioso que Eduardo explica sencillamente: “ se trabaja la tierra principalmente, desde rasquetear el suelo, sacarle la mala hierba, hasta llegar a la punta de la planta y sacar pimpollo por pimpollo, hasta siete brotes, para que quede uno solo y se haga grande”. El trabajo es realizado en equipo, pero Verónica adjudica  gran esfuerzo a su compañero: “yo me dedico más a la venta y él a todo lo que es el cultivo en sí. Algo importante es que tiene la humildad de reconocer cuando no sabe algo y consultar a gente que sabe mucho más, entonces se trata de ensayo y error”.

 

“En la Feria Verde nos hicimos conocer”

La comercialización de los cultivos es el momento en el que se hace visible la dedicación diaria. Esta se realiza en florerías locales, algunas de la región, y desde hace un tiempo en la Feria Verde organizada por el Municipio e INTA; “somos parte de la feria verde con flores y el año pasado teníamos verdura. Es un espacio muy lindo, nos hicimos conocer, pudimos vender verdura agroecológica en un movimiento que por suerte va tomando cada vez más fuerza, es decir, cada vez más personas se están alimentando de manera sana”, comenta Verónica.

La Feria Verde que comenzó cada segundo sábado del mes se encuentra funcionando actualmente todos los viernes, sábado y martes.  El martes alrededor de las 17 hs aproximadamente se instala en la Plaza Roca, frente a la terminal de micros y los viernes a las 19 hs y sábado por la mañana, en el Centro Cívico.

Establecer contacto con los clientes “en la Feria Verde es muy fácil porque la gente se acerca, nos conocemos, vendemos ahí y a veces vamos a la casa ya sea con frutas y verduras o flores. A las florerías hemos ido, nos presentamos, le llevamos una muestra y así empezamos, tienen la ventaja de que con un llamado tienen rápido las flores” también han enviado pedidos particulares a florerías de ciudades vecinas a través de comisionistas, es decir, que la oferta se encuentra disponible a Bolívar y quien desee en alrededores.

 

Importamos genética de España y Holanda

Lo que distingue de otros cultivos similares a las flores que se obtienen en Donkito está vinculado al amor por el oficio que le tienen sus responsables y eso se traduce en la buena calidad final, “las florerías locales siempre se abastecieron con lo que se produce en La Plata, nosotros hacemos flor de corte con una genética elegida que importamos de España y de Holanda, las yerberas tienen tallos de 60 cm de largo. Hay otras que se venden comúnmente pero que son de maceta, es decir, con tallo más corto”.

Mantenerse en contacto con referentes del área también es un dato distintivo de quienes quieren lograr la mejor producción posible. “Tenemos contacto con otros productores, sino no llegas a ningún lado. La gente que trabaja en floricultura en Argentina, la mayoría proveniente de Japón, sabe qué le va a pasar a la flor antes de que le pase. Llevan al menos seis generaciones de floricultura, es decir, tienen conocimiento cultural sobre el tema”, explica Eduardo.

 

“Hay que mantenerse en actividad”

Producir flores se trata en definitiva de un estilo de vida, de un aprendizaje constante por elección. Verónica hace consciente sus deseos de emprender, observa “nosotros tenemos más de 50 años pero no hemos perdido el interés por aprender, si quisiéramos nos estaríamos dedicando a otra cosa y sin embargo decidimos meternos en esto, estar trabajando todo el día en algo que nos gusta, nos mantenemos en movimiento y permanente aprendizaje. Lo más lindo de la vida es generar proyectos, levantarse a la mañana con un propósito, mantenerse en actividad”.

La motivación diaria, tan necesaria para sostener un proyecto como este, se renueva con la voluntad y el amor propio, según Verónica. “Esto es un desafío y tiene un sólo motivo, que nos gusta. Nosotros no decimos que trabajamos también sábados y domingos con pesar, lo hacemos con placer, a veces le metemos pilas y horas sin darnos cuenta”. A esto Eduardo agrega que “esto no tiene techo, es una buena oportunidad para gente joven que quiera aprender, quizás no en un momento como el actual, pero si a alguien realmente le gusta la puede desarrollar”.

 

“Tenemos esto gracias a mis hijas”

Luego de la experiencia vivida el balance es evidentemente positivo y si bien, rodeado de naturaleza se vive el presente, Verónica y Eduardo se permiten proyectar más allá del día a día: “en un futuro cercano nos gustaría multiplicar todo por dos y agregarle a esto verduras agroecológicas a gran nivel. Estamos abiertos a formar a alguien que le guste, a quien quiera aprender. Esto es una buena oportunidad de aprender y como salida laboral para alguien que realmente tenga ganas de aprender sobre esto”.

El agradecimiento sin duda forma parte de este exitoso emprendimiento, Eduardo reconoce que “todo esto lo tengo gracias a mis hijas, Mercedes y Victoria, que tienen hermosas profesiones, una es Ingeniera y la otra es Médica, y gracias a eso nosotros podemos vivir tranquilos y dedicarnos a lo que nos gusta”. Verónica agrega que “la floricultura para mí es un hobbie, una manera de estar en contacto con la naturaleza, la oportunidad de aprender constantemente sobre lo que los cultivos te muestran”.

 

La clave está en la educación

La garantía de una producción exitosa está, para los productores de Donkito, en la educación. Verónica, que además se dedica a la docencia, considera que es fundamental no perder conciencia sobre el espacio en el que se vive, “los chicos a veces creen que por saber manejar a la perfección una computadora son Bill Gates, y los están engañando.  Si sos joven apostá a lo que no se hace, a innovar. Si hacemos siempre lo mismo llenamos todo de verdulerías, remiserías, etc. Si te gusta hacer flores tenés que producir la que no se hace, si haces lechuga hay que ofrecer la que el otro no hace. Ahí está el secreto pero para eso se necesita esfuerzo, ganas, dedicación, y mucha pero mucha constancia”.

Además tanto Verónica como Eduardo, tienen presente el concepto de soberanía alimentaria como una manera necesaria de vivir, vinculada principalmente a la tierra: “yo recomiendo siempre hablar con la gente que se encarga de la educación de los chicos, hacer un balance. Yo no tuve ninguna vergüenza el año pasado de ir con los chicos de la Facultad de Agronomía a recorrer los viveros y aprender con ellos. Ahí es evidente lo necesario del estudio, lo principal es formar gente enseñar a plantar una planta de tomate. Muchas veces saben resetear una computadora pero no tienen en cuenta que al apagarla tienen que comer”.

 

 

Contacto:

Dirección: Roca 743

Teléfono: 2314-484580

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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