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Un sacacorchos para siempre

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Daniel Moreno reinventó un producto personalizado, original y perpetuo. “Quería darle al producto una larga vida de uso como el que yo heredé”, aprovechó la pandemia y la globalización para dar vida al proyecto que tiene profundo anclaje en su historia familiar.

Daniel Moreno se embarcó en un proyecto muy particular y que está íntimamente ligado con una historia familiar de 100 años. Junto a la pandemia dio orientación a un emprendimiento que no fue fácil: un sacacorchos original, perpetuo y personalizado.

Este emprendimiento, Moreno lo inició recientemente, cuando se jubiló, aunque ya rondaba en su cabeza la posibilidad de empezar desde mucho tiempo atrás. “Desde chico, siempre ví un destapador, que hoy tiene más de 100 años, posiblemente de mi abuelo o quizá haya sido de mi bisabuelo, hecho a mano del cual tomé el sistema de sacar el corcho para mi proyecto. Recuerdo, que en casa, toda la vida se usó y parecía ser irrompible. Si bien ahora, quedó un poco fuera de moda el que se usaba en esa época, porque los corchos actuales son más largos, entonces, no se necesita que el sacacorcho tenga un resorte extractor tan largo porque los corchos son interminables y también hay que hacer mucho esfuerzo para sacarlo. Siempre tuvo la idea de iniciarme en esto, pero como he trabajado en otras cosas, no se daba. Ahora que estoy más de gusto, volvió con fuerza la idea del destapador”, fueron las primeras palabras para empezar hablar de su peculiar emprendimiento.

En plena pandemia, Moreno comenzó con el desarrollo del proyecto. Tuvo que esperar casi dos años para encontrar a alguien que le fabricara ciertas piezas, porque “había que hacer matrices ya que es algo único, no existe ir a comprarlas, así fue que se inició de a poco”. Luego, lo tomó la pandemia que interrumpió mucho el proceso porque una parte de las piezas las consigue en China.

China, en ese momento de pandemia, paralizó su fabricación y la pieza en cuestión que venía de ese país, es el tirabuzón o el espiral, es decir, la parte principal del destapador. “Yo quería que no fuera un alambre retorcido como lo son los sacacorchos de ahora, que son con un resorte sí; pero de alambre. Quería darle al producto una larga vida de uso, una perpetuidad, como el que yo heredé, que era de ese mismo sistema, de hierro y con un espiral, que no es alambre. Es como un sinfín y es el motivo que lo hace diferente al sacacorcho porque no se tiene que romper eso”, explicó.

Parece increíble pero, algunas piezas para armar el sacacorcho, no se hacen en ningún lugar de Argentina. Esto motivó el contacto con una fábrica en China, “fue una casualidad porque esa pieza se fabrica para un destapador de alas, que son los mejores, si son bien fabricados y de muchos años de antigüedad, porque los de ahora son muy débiles. Sin embargo, en Estados Unidos, hay un señor que fabrica los mejores destapadores de ala, porque hoy lo hacen pero son muy débiles y de baja calidad. Tuve que dar un montón de vueltas en internet, para ver si era posible que me vendieran ese espiral; pero un representante de este señor me dijo que lo hacían fabricar en China. Otras mil vueltas más recorriendo plataformas de ventas hasta que logró dar con el fabricante que le hace para este hombre estadounidense. Esto, me facilitó no tener que hacer matrices porque ya lo fabricaban, igualmente, son distintos porque ese es enroscado, es otro vástago, con lo cual, yo tengo que cortarlo y soldarlo para adaptarlo al destapador”, adecuándolo a su propio proyecto.

La empresa china “ha sido muy amable”, según consideró Moreno y por eso “hay dos partecitas más que las hacen ellos. Pero, ¿sabés por qué?, porque no lo pude conseguir y yo soy el que piensa que quiero que se fabrique todo en nuestro país; pero nadie me dio respuesta para hacer esas piecitas que son únicas. Los chinos hicieron los modelos, al final, me dieron un número y nos comunicamos por whatshapp, nos pasamos medidas, fotos, hasta que me mandaron una muestra”.

A modo de anécdota, Daniel contó que “gracias a los traductores nos escribimos como si nada. Di con una persona, que es una señorita dueña de la empresa, que heredó de su abuelo, cuando yo empecé a tratarla todavía el hombre vivía así que después, es como que me adoptó a mí de abuelo porque me está ayudando mucho. Yo compro en poca cantidad para lo que maneja esa empresa. Les decía que quería 1000 piezas y se reían porque están acostumbrados a producir en gran escala, 40 ó 50 mil; pero igualmente me hicieron esa poca cantidad”.

El resorte se consiguió en una fábrica de Buenos Aires sin tener que recurrir a traerlo de afuera, porque es muy caro. “El dólar no es de 80 pesos con lo que pagás, sino que es otro valor, entonces, se hace más caro, más los impuestos de exportación. Por ejemplo, en una compra de mil dólares, pagás 28 mil pesos por derecho de aduana, más otros impuestos cuando llega la mercadería para poder retirarla”.

Además de la garantía del sacacorcho de toda la vida, otra particularidad que tiene es que viene personalizado. Justamente “la idea surgió para poder diferenciarlo del resto, además de lo distinto del sistema, que es muy favorable para gente mayor y para las damas porque no hay que hacer fuerza, sólo enroscando el corcho, el resorte lo tracciona. Lo que pasó es que al ser tan largos los corchos de hoy en día, hubo que hacerlo más largo, o a lo sumo queda el 10 por ciento del corcho en salir que es más fácil terminar de extraerlo. También, el sacacorcho tiene una trabita para hacer para atrás y poder sacar el corcho”.

Moreno le sumó el detalle de personalizarlo grabando el nombre, fechas o dibujos pequeños para el que lo compra. “Invertí en una grabadora láser chica, que la maneja mi nieto Iván, y por otro lado, mis nietas me ayudan con las redes sociales para la difusión de lo que hago”. Luego, el producto final es entregado en una caja, que es forrada por Luz, su propia señora, para completar “un regalo lindo y barato”, resumió.

Los sacacorchos no sólo han tenido repercusión en Bolívar y la zona, sino también han alcanzado al país. “En Mercado Libre descubrí que hay algo muy importante, que algunos se interesan porque le ven algo al producto que le puede servir a ellos, compran uno y después tratan de llegar, si les da resultados a comprar más. Esto pasó con un hotel muy importante y que tiene cabañas en Villa Langostura, que compró uno para ver, les gustó y ahora me van encargando de seis sacacorchos que usan para regalar a sus clientes con el nombre del hotel”.

Todavía Moreno no habla de ganar dinero con el emprendimiento, porque como él mismo contó “va muy lento; pero lo más importante es que pude concretar lo que tenía pensado desde hacía tiempo. Es como todo negocio, que lleva cerca de cinco años hasta darse a conocer, publicitarse y no todas son horas de trabajo en sí, sino que hay que hacer llamadas, charlas, compras, etc”.

Antes de cerrar la charla, Moreno trajo al ruedo a Néstor González, su íntimo amigo, ya que pasaba horas mirando como trabaja él y recordó que usó una piedra, por primera vez, en el taller de él y trajo de su memoria una anécdota: “yo estaba vinculado a otro trabajo y por ahí salían algunas cosas que él tardaba en enterarse. En ese entonces, salió la ley que establecía hacer unas marcas para los animales por la brucelosis, en la caretilla de la vaca. Yo leí en la revista Chacra y le dije de empezar a hacer para venderle a las veterinarias. Así fue que hicimos miles de marcas para la brucelosis. Trabajábamos de noche y llegamos a tener 3 ó 4 personas fabricando marcas, el único que sabía era Néstor y todo nosotros aprendimos”, recordó. 

Contacto: a través de sus redes sociales, Instagram Moreno_sacacorchos, que se lo armó su nieta mayor Micaela y sacacorchosmoreno en Facebook, que está a cargo de su otra nieta Jimena.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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