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Restauradores de pinball, recuperando los 80´s

Son bolivarenses, hicieron de un hobby de la niñez una propuesta de trabajo que los transforma en referentes de Argentina. Pablo Cupertino y Facundo Díaz añadieron a su actividad la restauración de las icónicas máquinas de juegos. Ya tienen dos años de trabajo en espera.

 

Son unos auténticos apasionados, y lo transmiten en cada una de las palabras, gestos y presentación del trabajo terminado. Pablo Cupertino y Facundo Díaz añadieron a su comercio de informática la restauración de las viejas máquinas de juegos de fines de la década del 70, los 80 y 1990.

Cupertino fue posteando en su Facebook personal la primera restauración, y eso lo atrapó. Darle vida a una máquina que pertenece a otras lógicas, tecnologías y concepciones, llamó la atención de muchos.

Cuando llegan los flippers desde diversos puntos del país "lo hacen en un estado muy precario, sea por todo el uso que han tenido en todos esos años, a lo que se suma el posterior almacenaje, muchas veces en galpones", por lo que la reconstrucción debe realizarse en todos los componentes, desde tornillos, cableado, bobinas, luces, maderas, restauración de metales. Todo pasa por un proceso de renovación, recuperación o reconstrucción con múltiples procesos y técnicas para cada uno de esos componentes. Fascinados con el proceso los emprendedores hablan de arte, tecnología, importaciones, mercados, es que entienden que es un auténtico "cable a tierra" por los desafíos constantes que deben afrontar, desde redibujar las gráficas, aprender a realizar el laqueado para proteger la restauración, conseguir repuestos por el mundo, "hasta obtener un tornillo milimétrico, que en Argentina no existe". El proceso es largo, y va dependiendo de las particularidades de cada caso. Eso los llevó a alquilar un nuevo local, para hacer espacio y desarrollar el taller, donde tienen espacio de almacenaje, prueba, pintura y el espacio de reparación en sí, en ello han construido bancos de trabajo, incorporado herramientas, equipos, grabadoras de memoria, rotopulido, rediseñado la agenda laboral por completo.

Al momento de la nota trabajan en un Addams Family, "del que solo se construyeron unos 20.000", afirma Cupertino en rol de experto en el tema. Por ello, cada pieza es parte de la historia de los gamers, alcanzando categorías de coleccionables, con valores que pueden llegar a los U$D 9.500, "son máquinas extremadamente buscadas".

"El primero que vi fue a los ocho años, me impactó por el sonido, el juego, las imágenes, es algo que me fascino como máquina. Hay que destacar la artística que tienen", destacando a un autor como Paul Faris, un verdadero referente del arte en cuestión a nivel global, creador del Space Invaders. "Estos son proyectos ideales para escuelas industriales, porque tenés multidisciplinas: carpintería, electrónica, electricidad, pintura y mecánica, conjugado en un solo elemento". Definen que el arte es complejo, "se evalúa el nivel de deterioro, si es leve se debe reconstruir o retocar, sea a pincel o aerografía", sino se produce el reemplazo, lo que sostienen como algo difícil de encontrar.

Con la primera restauración "descubrí un mundo, desde cómo funcionaba la máquina que siempre había visto, a toda la gente que está interesada por ellas. Hasta había un mercado para ello. En tres meses la restauré, y con la alegría que tenía iba posteando en un foro temático lo que había realizado, se enganchó más gente, y se fueron sumando máquinas". Como llevaba mucho tiempo, Cupertino vendió todos sus pinball personales que había rearmado, pero comenzaron a llegar nuevas demandas, "hasta convertirse en un arranque semiprofesional, ya con Facundo entusiasmado con la idea, a él le encanta todo lo que es reparar". Es Díaz quien entiende que "al meterte en este mundo es como hacer relojería o salir a correr, te olvidás de todo, no es para vivir, pero es hermoso todo el proceso hasta lograr la satisfacción final de la puesta en marcha".

Los bolivarenses mantienen el bajo perfil, ya tienen en agenda trabajo por dos años más. Su mercado crece con rapidez, son uno de "los dos o tres" que se dedican a realizar el trabajo en el país, reciben consultas de países limítrofes, con un público que coquetea con la fama. Ya fueron visteados por Santiago Ciuffo, autor de un libro referencial de alcance mundial; pero también por los originales fabricantes de los famosos flippers, como el más grande del mundo, Jersey Jack.

Es una actividad realmente global la que realizan, hay componentes que importan desde Estados Unidos, hay fabricantes de placas en Europa, promueven la realización nacional, evalúan incorporación de proveedores chinos, "hay fabricantes de máquinas nuevos, e incluso otros que fabrican placas electrónicas para las máquinas viejas, hasta playfield en Canadá.

Reconocen que "más de una vez querés dejar todo", porque "existen muchos reveses, como tener que tener que volver a comenzar desde el principio". "No se puede poner precio al trabajo, pasa por otro lado", sostiene Díaz.

Abierta la compuerta electrónica, como una vieja computadora, quedan al descubierto una maraña de placas y circuitos, lo que Cuper define como "algo muy simple" entre sensores y señales que hacen al funcionamiento del juego. "Existen muchas bobinas, muchos sensores, muchas luces, por eso tanto cableado, es una mera función lógica" la que se da, sintetiza.

Cuando piensan en el mercado definen como "algo chico, si bien nos conocen, a no todo el mundo le interesa. Esto es hasta algo cultural, y sin embargo tenemos que rechazar mucho trabajo. La prioridad está en nuestro negocio, después esto", enfatizan.

Agregan que "si esto lo pensás desde lo económico, no lo hacés. Pero hay otras cosas más importantes, pasa por otro lado. Ojalá el día de mañana podamos realizar algo a partir de todo esto". Coinciden en que en el país se dificulta generar un mercado, fundamentalmente por la oferta de insumos, la accesibilidad a los mismos, los costos de transportes, las reglas de juego, regulaciones en el comercio internacional, aunque Cupertino sentencia que "acá lo que se destaca es la materia gris y gente con muchísima capacidad", y comienzan a reseñar conocidos y contactos capaces de dar solución técnica y tecnológica a cada desafío.

En agenda para resolver tienen "la aceleración del proceso, porque hay muchas máquinas para realizar", pensando incluso en alguna instancia de automatización. No pueden definir qué lleva más tiempo, "porque tenés que reparar o rehacer hasta los mismos cajones, o el secado lleva todo un tiempo de desarrollo, estacionamiento y fraguado, ahora intentamos optimizar los tiempos muertos". Pero, subrayan "que lo importante es mantener la calidad, porque el menor tiempo puede repercutir en el producto final. Pero también influyen los presupuestos, son costos que no podés recuperar". Incluso, afirma Díaz, "hemos terminado máquinas a tiempo, pero en Aduana nos han retenido repuestos hasta por cinco meses", retrasando la entrega final. "La misma reposición de luces de led requieren de la importación, incluso algunos cables y conectores", observan.

En la actualidad están probando la importación directa para producir kits de actualización, para lo cual intentan aumentar en stock permanente para agilizar aquellos tiempos que retrasan la producción, y como buenos argentinos, la inventiva recurre a los más variados recursos para sustituir los originales.

Contemplando la instancia de crecimiento y la llegada a un mercado nacional, anhelan la necesidad de incorporar más recursos humanos debidamente calificados para la actividad. "Esto también tiene que ver con la dificultad para poner un precio, porque en EEUU una restauración se valúa en U$D 4.000, lo que te permite pensar en un desarrollo empresarial", dice Facundo. Pablo sintetiza que con el emprendimiento han podido demostrar "que sin nada se puede lograr un trabajo", "buscando un equilibrio entre lo que te gusta y lo que te conviene".

 

Contactos
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Facebook: Pablo Cuper Pinball Restorations                        

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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