El intento de fijar la idea

Todas las recomendaciones apuntarán a la necesidad de llegar a los clientes con un mensaje que sea lo suficientemente atractivo para lograr un efecto. Desde los inicios de la publicidad, allá en las épocas de la bala mágica se buscó lo mismo. ¿Pero cómo hacerlo posible?

La congestión de información abunda, hay que entrar a los codazos en el mundo de la comunicación que ya no tiene como únicos emisores a los grandes medios, sino a cada uno de nosotros intentando ser escuchados. Siempre vemos recomendaciones para aplicar, como si fuera una conexión simple. No solamente debemos llegar, sino que se nos pide que también nos recuerden. Ahora es terreno de la neurociencia esa labor.

Hasta no hace mucho tiempo las campañas que llegaban a ser recordadas venían acompañadas con un slogan o jingle pegadizo que nos ayudaba a recordar. También es cierto que no existían tantos medios, por lo tanto habían menos contenidos, y -si la pauta era suficiente- se veían en forma reiterativas aquellos mensajes, hasta que uno terminaba repitiendo o tarareando alguna de aquellas versiones.

En la actualidad se hace más engorroso, se intenta recurrir a la ciencia para aprovechar lo que conocemos del cerebro, su funcionamiento, y por lo tanto aprovecharnos de él.

Se sabe que el bombardeo informativo satura, por lo que la mayoría de los consumidores olvidamos en 48 horas los mensajes emitidos. Pero también -la educación ha trabajado mucho en ello- se sabe que es más fácil recordar cuando buscamos relacionarlo con algo familiar, por lo que se trata de reorientar para que la nueva información sea fácil de incorporar. Si el cerebro es perezoso, desde la neurociencia se busca presentarlo de una manera simple, y no como nos han acostumbrado, a hacerlo de forma novedosa y original, para que el cerebro no tenga un gran esfuerzo. Entonces, si la memoria apela a la familiaridad para recordar, y son las que mejor se amoldan, si elegimos un mensaje que apele a lo conocido y familiar, el cerebro tendrá el camino allanado; simplemente deberá utilizar parte de su memoria para aplicarlo.

Hay ocasiones en que simplemente se trata de generar confianza, desde lo más obvio, decirles que lo somos, y demostrarlo con hechos.

Siempre en busca de la simplicidad, se recomienda evitar la existencia de demasiadas opciones. Los humanos decimos que nos gusta decidir, pero también nos abruma, y ello puede significar la pérdida de una venta. Si se reducen las posibilidades, los clientes podrán considerar pros y contras, decidiendo con facilidad.

Si el camino es la familiaridad del mensaje, nada mejor que humanizar la imagen, un rostro, los ojos, un niño, escenas cotidianas que reflejen lo que nuestros productos o servicios representan para las personas reales. Si el rostro es el de un bebé, ganarás más atención ya que los adultos dedicamos tiempo a observarlos, como también hacia dónde dirige la mirada: aquello que estamos ofreciendo.