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Del camión al remis

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Modesto Pequi, el histórico repartidor del corralón, reconvirtió su historia personal a partir de una enfermedad. Hoy, sostén familiar por medio, muestra su satisfacción en el emprendimiento que comenzó hace un cuarto de siglo. “Me hice de una clientela, que por más que pase lo que pase, siempre me vuelven a llamar y eso es muy lindo”

Modesto Aurelio Pequi es el mayor de diez hermanos y conoció el trabajo desde muy pequeño, con sólo nueve años, en su pueblo Del Valle. En los años noventa, debió dejar su trabajo de camionero en un corralón de materiales por un problema de salud y con la indemnización, decidió invertir y generar su propio emprendimiento: una remisería, a la que sumó a unos de sus hijos y a su señora. Este año, cumple 24 años con su trabajo: “seguimos en pie, tratando de subsistir y dando pelea”, resumió.

En diciembre del año que transcurre Pequi cumplirá 24 años de remisero, su emprendimiento personal y familiar.

La historia de buscar su propio camino, contó el propio Pequi, se relaciona con su anterior trabajo. “Yo estuve muchos años como empleado en el corralón de materiales de Palomino y luego de una operación de hernia que tuve, no pude trabajar más y recibí unos pesos en carácter de indemnización. En ese momento, fui a ver al intendente, que era Juan Carlos Simón porque quería comprar un vehículo y ponerme como remisero en la terminal. Así fue que hablé con el intendente y él mismo me propuso que era mejor opción ponerme un remis por mi cuenta”, relata el hombre que ha ganado amistades.

En aquél entonces, 1997, recordó Pequi, “en la zona del barrio la maquinita no había nada; sí estaba el colectivo de Arcumano que todavía pasaba, además contaba con el apoyo del intendente, que en todo lo relacionado a lo municipal no tuve problemas. En esos años, estaba en tránsito, el amigo Tito Flores que me dijo todo lo que necesitaba”, poniendo dos autos al servicio de la clientela.

Así fue que inmediatamente Pequi se puso en campaña para la adquisición de los dos vehículos y junto con su hijo mayor Alejandro, arrancaron con el emprendimiento familiar.

“Yo viajaba mucho a Buenos Aires porque tenía a mi hijo menor, Pablo, estudiando allá y hasta el día hoy, seguimos en pie, tratando de subsistir. Hoy está todo complicado, el combustible, los impuestos; pero seguimos en la pelea”, analizó el emprendedor.

El servicio de remis ha sido ininterrumpido en estos largos años, salvó algunos tropiezos, “como algún choque, me rompieron un auto saliendo de Olavarría donde fue un accidente bastante grande; pero siempre saliendo adelante con la familia, que es el puntal de todo”, describió Pequi.

Por aquellos años, no había tantas empresas de remis o taxis. Pequi recordó que estaba Llámenos, 200020, La Unión frente a donde era OSECAC, “con quienes éramos muy compinches, nos ayudábamos mucho, nos pasábamos viajes. También estaba los remises de Barrio, en calle Boer; pero éramos muy pocos en esos años”.

Pequi se decidió por la actividad del remis y no por otra alternativa, porque en realidad “no me alcanzaba para otra cosa”, reconoció. Y agregó que “lo que siempre me gustó y anduve muchos años, fue en camiones. Y hoy, me encantaría volver a un camión; pero ya no tengo edad, estoy cerca de los 70 años”.

“Por eso se nos dio por comprar el auto. Yo ante tenía un Ford Falcón muy lindo, modelo 1967, que se lo había comprado a Jorge Arcumano y hoy me arrepiento de haberlo vendido. Lo entregué impecable y mi hijo siempre me lo reclama; pero en ese momento, lo entregué para tratar de empezar a trabajar con el remis”, recuerda con cariño.

El apuro de volver a trabajar y generar una nueva actividad laboral tenía que ver con que Pequi había estado cerca de dos años sin trabajar luego de su operación, destacando que “la única que siempre le puso el pecho fue mi señora, ella es el alma del equipo y hoy, podemos decir, que estamos subsistiendo”, una reflexión que parece atravesar la mente de innúmeros emprendimientos.

En estos casi 24 años de actividad con el trabajo de remisero, Pequi pasó por todas las épocas, tanto buenas como malas. “A mi criterio, y esto tiene que ver cómo cada uno ve las cosas, lo primordial es el trato con la gente, cobrar lo que corresponde. Tenemos que ver que un jubilado gana 18 mil pesos y la única movilidad que tiene es tomar un remis y lo hace para ir al cementerio o a cobrar su jubilación. Yo siempre digo que hay que ubicarse y con el correr de los años, me hice de una clientela, que por más que pase lo que pase, siempre me vuelven a llamar y eso es muy lindo”.

Pequi destacó la buena relación que establece con los pasajeros y tiene que ver, según explicó, con su forma de ser y su carácter, “para mí es como si fueran de la familia y tiene que ver mucho con cómo se los trata, que el vehículo esté siempre limpio, confortable y siempre la mejor de la buena predisposición”.

Hoy, haciendo una retrospectiva, la decisión tomada en aquel momento fue acertada. “No me puedo quejar, por suerte nos jubilamos tanto yo como mi señora, ella luego de muchos años de empleada de comercio, y con eso, más lo del remis vamos avanzando. Ya con casi 70 años aspiro a vivir lo mejor que se pueda, que a la familia no le falta nada y después uno busca lo mejor”.

En la actualidad, el trabajo está un poco afectado, como en casi todos los órdenes, por la pandemia. “Hay que cumplir con todos los protocolos para cuidarnos y cuidar al pasajero; pero vamos haciendo todo lo que corresponde. Se nota que mermó el trabajo por esta situación y también, nosotros nos vimos afectados porque cuando en el 2020, los chicos no iban a las escuelas, fue tremendo para nosotros. Nos afectó muchísimo, porque mi hijo trabaja para la Dirección de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, a través del Consejo Escolar, para llevar alumnos a las escuelas, sobre todo de la zona rural y al haberse suspendido la presencialidad de los chicos en las escuelas, nos afectó mucho”, relató observando el escenario reciente.

En un mismo sentido expresó que “en épocas normales, se trabaja un poco más en invierno porque en el verano la gente se moviliza más por su cuenta, de a pie, aprovecha a caminar, en moto o bicicleta”.

Modesto es el mayor de diez hermanos, algunos nacidos en Bolívar y otros en 25 de Mayo. Ya a los nueve años, su padre lo mandó a trabajar por la comida con un señor que tenía colmenas y una chacra en su pueblo Del Valle. “Desde los nueve años no he parado de trabajar, tengo unos cuantos golpes en la espalda, pero feliz, porque tuve la suerte de tener una familia, una mujer que es lo más grande que Dios me dio en la vida, que se llama Francisca y dos hijos, Pablo y Alejandro que son dos excelentes personas”.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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