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El deber de deber

Por Verónica Ruiz

 

 

 

Eligiendo a los cuatro modelos apocalípticos modernos, como caminos para comprender la importancia de fortalecer y reconocer al dios que mora en nosotros, hoy nos encontramos describiendo al último, y a mi entender, al más fuerte de todos: El Deber! 

José Luis Parise ha sido el investigador número uno de todas las culturas iniciáticas, que desde distintas líneas abordan el camino para crear tu propia realidad. Su método de los once pasos de la magia, ha sido debelador para mí.  Estudiando muy a fondo sus teorías, comprendí, y es lo que te he estado transmitiendo en cada nota, la importancia de hacer conscientes estas limitaciones para no ser estancos frente a sus apariciones, que se cuelan por doquier.

No saber, no poder, no tener y no deber, están actuando todo el tiempo en nuestro metro cuadrado cercado por el temor. Con esto, no pretendo un choque quijotesco para eliminarles, sino, que logremos potenciar en vos y en mí, nuestros propios recursos para no paralizarnos frente a su intimidación. En definitiva, de eso se trata el camino del ser.  No importa qué o quién se pare frente a nuestro camino a detenernos, sino, como somos capaces de gestionar eso que nos limita.

El deber de deber, es el más robusto de todos, y anda en nuestras sombras por las noches, cuan fantasma iniciático de todo temor a actuar en desobediencia. El deber nace en la cuna dorada de la religión, adornado de dogma y salvación, desembarcó en nuestras tierras hace siglos y reina en el inconsciente colectivo. Tablas sagradas en donde fueron transcriptas recetas metódicas y condicionantes, decoran no solo las iglesias y mezquitas, sino también nuestros habitáculos internos.

Ya no existe tiempo real, ni simbólico, para evaluar si las escrituras son verdaderas o no, ni para discusiones filosóficas sobre cual religión o culto es más laico. Vamos a conectarnos frente al desafío de volver a la naturaleza. Cada Ser que se realizó, dejó como mensaje, una verdad universal que a menudo olvidamos: “No hagáis de mí, una religión” y algunos hombres huérfanos de conciencia propia, no escucharon el mensaje, creando cultos, bajo el cual difundir reglas en nombre de estos!!!  Dime si hay mayor dicotomía que este sistema mentiroso. Y no significa nada que yo lo piense así, está por encima mío, y lo delata la propia historia, en evidencia de ello. Recordemos que Jesús, Buda, Mahoma y tantos otros, se realizaron siguiendo su propia verdad, de ser necesario el culto profético, habrían encontrado a quien seguir en vez de transitar el duro y solitario camino de convertirse en iluminados.

La naturaleza, al igual que ellos, no pide que le sigas, que creas o que le difundas. Por el contrario, solo está siendo, mientras nosotros intentamos crear más y más sistemas de deber ser. Tampoco me creas a mí, solo te pido que lo compruebes por vos mismo, prestale tus sentidos a la naturaleza. Revisá que tan doloroso te han sido y están siendo para la humanidad, las pautas redactadas por cuatro humanos, en nombre de la Humanidad.  Todo aquello que es recto, estilo línea de asfalto, es duro, conductual y sobretodo filoso, al punto de cortar. Ahora eleva tu mirada a ese árbol que tenés cerca, ¿ves en él alguna línea recta? Vé por el jardín, la plaza o solo imagina el mar… ¿Adviertes acaso algunas paralelas? ¿Puntos sin tocarse?

El desafío es nuestro, es de cada uno en su intimidad. La naturaleza te ofrece curvas y contracurvas, patrones perfectos de conjunciones místicas imperceptibles ante nuestros ojos, pero perfectamente alineadas a nuestra esencia. Ondulatorio todo, incluso el tiempo en sus remolinos de pasado, presente y futuro, todos juntos al unísono, son invitaciones sagradas, verdaderamente sagradas, a darles lugar en tu camino.

Sin recetas, ni mapas, ni dogmas, ni tablas rígidas, la vida se presenta sin más, para invitarte a danzar más allá de las curvas de tu propia esquina.

Dejamos muy atrás el deber de deber, nos iniciamos en un modo de vida genuino en donde tu único deber es ser brutal y genuinamente quién sos.  Sin deberle por ello, nada a nadie, y sin caer por ello de un lado o del otro del deber ser.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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