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Mabel, la modista que dio el buen paso

Mercería Dorrego cumplió 15 años, su dueña renunció al trabajo, recuperó su oficio y más tarde anexó un negocio que “es parte de mi vida”. Así, de un estudio de ocasión lo hizo salida laboral, y posteriormente un impulso emprendedor.

 

 

La historia comercial de Mabel Garay, comienza mucho antes del año de apertura de su mercería, y hasta se podría remontar a sus años de estudios de modista. Con el comercio propio, se decidió cuando sus hijos ya habían crecido, porque “siempre tuve la idea de montar algo propio, además siendo modista, me inicié en el rubro de la mercería. En un principio, era algo muy pequeña, en el living de mi casa que lo tenía desocupado”.

Los años de trabajo y de crecimiento llevaron a Mabel a ampliar su mercería; pero siempre en su propia casa. “El antiguo lugar me resultaba un poco chico, por eso, decidimos ocupar el jardín delantero de la casa para hacer la ampliación. Esto fue hace ya dos años y medio”, expone.

Previo a la decisión de abrir el negocio a la venta al público, Mabel ya trabajaba como modista puertas adentro. “Era modista pero ya tenía la idea de arrancar con el negocio. Igualmente, seguí de forma paralela haciendo trabajos y atendiendo la mercería”.

Además de la amplia gama y variedad que ofrece en todo lo que es el rubro mercería, sigue haciendo trabajos de modista como cambios de cierre, ruedo de un pantalón, costuras menores y pequeños arreglos.

En el rubro mercería, primero empezó con todo lo que usan en el oficio: cierres, hilos, tijeras, botones. Con el tiempo, sumó lencería, conjuntos, pijamas, medias, ropa interior de hombres y también variedad en blusas de mujer.

Mirando hacia atrás y viendo pasar ya 15 años del negocio, recuerda las dudas, proyectos y posibilidades del comienzo. “Uno cuando recién arranca siempre tiene la ilusión de perdurar en el tiempo; pero también uno tiene que tener presente que los mismos vaivenes de la economía te pueden llevar a una situación difícil, andar mal o tener que cerrar las puertas”. Lejos de esto último, Mercería Dorrego “logró sostenerse en el tiempo y estamos con más ganas que nunca, a pesar de todo”, remarcó.

Además del horario habitual del comercio, Mabel trabaja horas extras en los arreglos como modista. “Hoy ya los trabajos de costura los voy dejando porque no tengo tanto tiempo o como antes, voy haciendo trabajos a las clientas de siempre que no me quieren abandonar y sigo con ellas. Atender el negocio lleva otros tiempos”.

Consultada sobre si el tema de la costura se ha ido perdiendo o es la propia gente que arregla sus prendas, Mabel respondió que “la costura es la economía porque en otros tiempos, cuando las cosas iban mucho mejor, la gente no arreglaba la ropa; pero en la actualidad, las personas tratan de arreglar desde un cierre de pantalón o de una campera, ya no se descarta como antes. Se trata de que aguante todo lo más que se pueda antes de dejarlo fuera de uso”.

Mabel, se formó como modista en la vieja escuela como se suele decir. Aprendió con Juana Moreno este oficio y consideró que el mismo “se ha perdido mucho con el tiempo. Por ahí, parece que arrancan algunas jovencitas a querer hacer algo, además como se estudia diseño, se suman a investigar un poco más sobre este oficio de la costura o a querer arrancar. Pero se va perdiendo con el tiempo, cada vez somos menos y la gente busca más arreglársela por su cuenta por la situación económica”.

Lo que también se nota, además de tratar de arreglar alguna prenda “antes de cambiarla o dejarla de lado, es que muchas clientas van en busca de obtener sugerencias o ayudas para arreglar alguna prenda y uno como comerciante trata de ayudar en lo que puede”, cuenta Mabel.  

Cuando empezó a estudiar modista, nunca lo tomó como una posible salida laboral. “No lo pensaba desde ese punto de vista. En realidad, en ese momento, era algo normal estudiar modista o contabilidad. Y si bien me gustaba el comercio, en ese entonces, no asocié estudiar modista para emprender mi negocio”. En ese entonces, “a los 18 años entré a trabajar en Casa Vivanco, donde trabajé cinco años y después me llamaron, cuando abrió el Hogar Obrero, donde estuve ocho años”, relata, un trabajo que sirvió de experiencia laboral  que mantuvo hasta 1990, en el cargo de supervisora. Al nacer su hijo menor, renunció y ya en el hogar, con sus dos hijos, un bebé y su hija de dos años y medio, pensó que “algo tenía qué hacer y así fue como arranqué como modista. Recuperé, de alguna manera, el viejo oficio que había aprendido”.

 

Luego de una actividad ininterrumpida, Mercería Dorrego, ya cuenta con una amplia clientela, no sólo de Bolívar sino de los alrededores. “Además de los clientes de acá, me acompañan mucho de la zona de Urdampilleta, Pirovano, Tapalqué, 9 de Julio, entre otras ciudades. Me conocen mucho y también ya son 15 años con el negocio”.

Con motivo del 15º aniversario Mercería Dorrego realizó un sorteo con premios para agradecer a toda la clientela por su apoyo. “Es poco pero es lo que se puede y tiene más que nada que ver con una devolución hacia los clientes por todo este tiempo de apoyo al negocio”, reconoce.

Además de la clientela que es la que mantiene vivo al negocio, Mabel no quiso dejar pasar alto el acompañamiento de toda su familia en este proyecto; “mi marido y mis hijos son todo. Mi compañero es el que arma y desarma y el que está atento a todo lo que necesito. Mi hija, vive en La Plata pero siempre se hace una escapada para ver cómo está todo, además, le encanta la mercería aunque ya tiene su profesión, pero le gusta todo esto y cada vez que viene me da vuelta o acomoda todas las cosas, me da nuevas ideas. El negocio es parte de mi vida y nunca dejó de agradecerle a mi familia por todo el apoyo”.

Tener el negocio instalado al lado de la casa, tiene sus ventajas. “Yo trabajé afuera de mi casa y sé lo que es eso. Tener el negocio puerta de por medio es otra cosa, tengo todo cerca sin necesidad de salir a la mañana para volver al mediodía y hacer lo mismo a la tarde. Es otra cosa que facilita todo”.

En la actualidad, Mabel se siente conforme con lo realizado y con la ampliación que tuvo su negocio hace unos años. “Ya estoy conforme con lo que he logrado. Esperemos seguir adelante y que se recupere la economía porque todo ha decaído bastante en este último tiempo.”

Con respecto a la mercadería que ofrece es variada y ya con todo lo incorporado hasta el momento es suficiente. “Hay algunas cosa que reponer que a veces se dificulta conseguirlas. Se trata de productos que uno ya tenía de antes y ahora cuesta encontrarlos para reponerlos”.

Volviendo al oficio de modista, si bien se va perdiendo como tantos otros oficios, esta situación de crisis, hace que vuelva a resurgir. Y esta situación también se nota en la venta de insumos para arreglar ciertas prendas de vestir, como son los cierres, botones, etcétera. “Hoy, en lugar de sacar de circulación un saco, vienen a cambiar los botones o lo cortan un poco y le dan un cambio para seguir usándolo”, ejemplifica Mabel.

 

El oficio de modista le abrió los caminos a Mabel, posibilitó la concreción de su proyecto, aunque “hoy no lo desarrolle tanto porque lo voy dejando por los tiempos del negocio; pero me ayudó mucho a armar la mercería, porque era algo que yo hacía en forma paralela. Fueron años de trabajar en los dos frentes, atendiendo el negocio y la máquina en casa con costuras. No eran sólo las ocho horas de un comercio común”.

En cuanto a los secretos del oficio, Mabel interpreta que a la hora de recibir una prenda para arreglar se deben tener en cuenta y respetar tres situaciones: responsabilidad, rapidez y cumplir con la fecha de entrega. “Uno tiene que entender que tiene que ser responsable a la hora de tomar un trabajo y también de devolverlo en tiempo y forma, en la media que se pueda, porque a veces aparecen cosas extras o circunstancias que no las tenés en cuenta que pueden surgir y complican lo pactado. Pero pudiendo siempre hay que tratar de cumplir, brindarle a la gente lo que necesita, esto es lo más importante”.

Contacto: calle Dorrego 365, en horarios de 9 a 12 horas y por la tarde, de 16 a 20 horas

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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