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“Un puente a la Verdad”

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Por Verónica Ruiz.

Una vez escribí un artículo precioso y alguien me contacto para hablar. Ese alguien hoy es mi amigo del alma, pero por entonces, era un vil atacante de posibles motivaciones baratas. Supe al leerle que alguna razón tenía, y que la suya era tan fuerte para buscarme, como la mía para escribir. Recuerdo sus palabras: “…y me gustaría saber dónde está confirmado o avalado que uno mismo puede sanarse …”, su retórica era acero disparado hacia la buena voluntad.

Su llamado fue un viaje de ida para mí, me desveló por noches y me llevó en preguntas sin respuestas. Era muy joven por entonces y cada postura desafiaba a la mía, llenándome de contradicciones y algunos miedos. Así nos vamos construyendo. Pronto comprendí que su verdad era igual a la mía. Solo nos cambia el prisma mediante el cual vemos el mundo. Su prisma tenía resentimiento, por mucho que lo intentaba no lograba sanar. La mía cargada de optimismo, por mucho que pasara nada me hacía parar. El gran descubrimiento fue nuestro punto en común; ¡Ambos andábamos sin sanar!!! ¡Y ahí comprendimos todo!!

Tu camino y el mío no son por nada parecidos, pero en el recorrido has cosechado algunas verdades y yo las mías, en tanto, el punto de Amor, es poder vernos sin coincidir, acercarnos sin invadirnos, abrazarnos sin desechar ninguno de nuestros lados. Siempre hay un punto en común entre dos, es un lugar a ciegas, que, de permitirnos, el otro ilumina. El otro, ese que parece que agita otras batucadas, tiene una zona preciosa que aún no ha de encender. ¿Quién sería yo para juzgar caminos? ¿Verdades? ¿Historias? ¿De dónde nace ese sentimiento de encierro ante la mirada ajena?

Puede que estemos en el camino pero que no nos veamos. Puede que nos crucemos y evitemos las manos. Puede, incluso, que, en el propio sendero, no escuchemos los pasos a seguir o aquellos que nos siguen. De hecho, todo ocurre al mismo tiempo, porque acontecen tantas historias como seres habemos, pero no olvides nunca, que, si así lo deseamos, hay una zona común en donde pararnos a dialogar.

No existe una fórmula. Sanar, trascender, evolucionar… Caminar y vivir, tienen matices de tonos muy distintos, pero hay una paleta de colores que nos contiene a todos. Ahí está el punto, en ver el puente, y para ello recuerda que lo mismo que une, separa. ¿Quién creés que decide que suceda una u otra cosa? ¿Será más magnificente profundizar la mirada distante o atrevernos a entrar desnudos en ese sitio sin explorar en donde ambos somos UNO?

En esa zona que te cuento, donde el encuentro es por medio de la bondad y la templanza, reconocemos que el camino correcto para vos, es ese que yace bajo tus pies. No hay modo que estés parado en mis zapatos, y comprenderlo, nos permite develar una gran herramienta. Aquello que es para vos, te da paz. Cuando re-visas lo que estás haciendo y adviertes como te hace sentir eso, puedes tener en tu mano el modo genuino de medir, si vas por tu camino real o si andás de atajos. ¡Porque no importa qué!!!, importa qué te hace sentir eso que adoptás como verdadero.  En resumen: si tienes una Verdad, la Crees como tal y te permite habitar un estado de paz interna, lo cierto es que estás en tu camino. Y nadie que está en su camino honestamente, pretende por ningún medio convencer a otros. Solo habita su verdad con tanta humildad que no puede más, que entrar en la zona común contigo y dejarte Ser.

Dos simples seres viviendo en su ruta, trazan puentes de comunicación con tal respeto, que solo pueden danzar en la inmensidad del encuentro, sin que ello signifique ningún riesgo. Aprende a oír tus pasos, a ver por tus ojos y abrazar las diferencias que te unen. La humildad es el agua en las que ungir los pies, bendecir las manos y lavar al ego.

A menudo alguien grita tanta verdad que es imposible oírlo. Atesorá el silencio y disfrutá del aura luminoso de aquellos que saben Ver y Ser. Su mera presencia es invitación real para tu presencia. Y en este punto, la real-idad contiene a la existencia Verdadera.

En este instante tu leés y yo estoy llegando hasta vos, ninguno está intentando nada, ya no hay resistencias, no hay nada que demostrar ni luchas por sostener. Te has ganado a ti mismo, y yo por mi parte, lo he hecho también. Sé que nos reconoceremos en el camino y no habrá necesidad de hablar, más el modo de amar, está en abrazar.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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