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“Llamita” el eterno cerrajero

Reynaldo Llamas se dice “encantado y enamorado de este oficio”. Después de 40 años se convirtió en uno de los referentes del rubro automotor; ahora sumó grabado de cristales y autopartes.

 

 

Reynaldo “Llamita” Llamas, contó que lleva casi 40 años con el oficio de cerrajero. “Empecé a trabajar a los 17 ó 18 años con Hugo Alonso y después, monté mi propia cerrajería, en la localidad de Urdampilleta. Más adelante, me trasladé a Bolívar y ya hace 38 años que tengo el taller en avenida 25 de Mayo. En la vecina localidad de Urdampilleta, tenía el taller en avenida San Martín y estuve por el tiempo de un año y medio, de donde me quedaron muy lindos recuerdos y es, hasta el día de hoy, que hay clientes que me siguen acompañando”, recordó.

El desembarco en Bolívar se dio porque a Llamas le habían ofertado otro trabajo y también sus padres, en ese entonces, querían que vuelva a la ciudad. En ese sentido surgió que “mi madre tenía una mercería que la había cerrado y quedaba ese lugar libre para armar mi taller de cerrajero. Ese fue el empuje que me dieron ellos para venirme a Bolívar”.

Reynaldo, nació en Bolívar pero comenzó el oficio en Urdampilleta porque tenía “miedo de encarar de entrada la cerrajería en la ciudad cabecera del Partido”. Sobre el tema dijo que “me parecía que era una cosa que no iba poder hacer y decidí ir a Urdampilleta. Ahí empecé a hacer trabajos los fines de semana, monté el taller y cuando tomé confianza, me vine a la ciudad”, relató.

El taller se inauguró el día 3 de julio de 1983 y siempre estuvo en avenida 25 de Mayo. “Llamita”, apodo con el que lo conoce todo el mundo, aprendió el oficio de Hugo Alonso. La historia, contó el propio protagonista es que “yo estaba en el ferrocarril en donde quería renunciar porque no me gustaba y Hugo me ofertó ir a trabajar con él. En ese tiempo ibas a trabajar, no por un sueldo, sino que te iban dando porque no se podía pagar más; pero siempre muy agradecido a Hugo, porque aparte que fue un patrón, fue un amigo y tuvimos la mala suerte que falleciera; pero siempre me dio una mano cuando necesitaba algo”.

El oficio de cerrajero siempre tiene o plantea nuevos desafíos consideró “Llamita”. En esto “no hay cursos para hacer, hay que tener idea del trabajo y uno también se va poniendo grande y empezás a esquivar un poco los autos con mucha tecnología o sistema con cierre centralizado que son más sofisticados. Yo soy de la época de la reparación, en donde todo servía y no se ponía nada nuevo. Es un oficio que siempre me gustó, siempre me gustaron los fierros, por eso, estoy encantado y enamorado de este oficio”, explicó apasionado.

Tratándose de un oficio donde es muy importante la experiencia en el que hay que combinar mucho del trabajo manual y la inventiva. En otros tiempos, “se buscaba reparar mucho porque venían todas las cerraduras de hierro, no como ahora que son de plástico”, dijo el emprendedor; “y eso es lo lindo que tiene este trabajo, por eso, el que diga que aprendió todo no es así, todos los días sale una cosa nueva. Seguro que uno tiene un parámetro con todo lo anterior; pero salen formas nuevas y es ese el desafío, el de hacer cosas que nunca las había hecho antes”, planteó en torno a la cotidianidad que representa.

Completando el análisis del oficio, destacó que “tiene mucho de artesanal y manual. Yo empecé haciendo llaves con la lima y hoy tenemos la máquina para hacer ese trabajo que es mucho mejor; pero con la lima había que aprender mucho y donde el margen de error era más notorio que ahora. Hoy, con la máquina, casi no tiene grado de imperfección el copiado de llave”.

Cuando empezó con el taller, trabajaba en todo tipo de cerraduras, tanto de casas como de autos. Después, “me incliné sólo a lo vehicular y hace cinco años se sumó mi hijo, a quien también le gusta el oficio, empezando hacer domicilios por fuera de las horas de su trabajo propio”, lo que lo hizo asegurar que el suyo “es un oficio muy lindo y trabajar junto a mi hijo es más lindo todavía”.

Asegurando que algo que habla con sus colegas es acerca del futuro de la actividad, “Llamita” dijo que “ojalá nunca se pierda porque es muy lindo y siempre se aprenden cosas nuevas”. Consideró que la labor del cerrajero ha cambiado mucho con el correr de los años. Hace hincapié en que “antes se reparaba mucho más que ahora, diría que prácticamente no se repara nada y el trabajo en sí es otra cosa. Antiguamente eran todos autos viejos, que si bien siempre se tenía cuidado, hoy mucho más porque todo es muy tecnificado. Es muy lindo porque nunca terminás de aprender”.

Nunca se le cruzó por la cabeza dejar el oficio. “Es algo que me encanta, siempre voy a seguir trabajando ligado a los autos porque es algo que me apasiona. Seguiré hasta que me jubile o hasta que no pueda trabajar más; pero voy a seguir con este oficio todo lo más que pueda”.

Con relación al trabajo, “Llamita” consideró que “trabajo hay para todos, yo tengo clientes de hace muchísimos años, desde casi cuando abrí, a los que no considero clientes sino amigos. Y además, hoy tengo nietos de clientes que les he trabajado en su tiempo y vienen y te dicen que mi abuelo me mandó acá y eso es muy lindo. Siempre cuento que el taller empezó llamándose Cerrajería 25 de Mayo porque estaba en esa avenida. Cuando mi señora iba a llevar la factura a alguna empresa le decían venga en una semana o quince días y cuando iba de nuevo le decían: por qué no me dijo que era de Llamita que le pagábamos. Por eso, fue el tema del cambio de nombre, porque todo el mundo me conoce así y hoy a mi hijo le está pasando lo mismo”.

La tecnología llegó a todos y en este oficio no es la excepción. “La tecnología te va superando y hoy tenés que tener mucho cuidado. Siempre digo que antes de tomar un auto para repararlo, lo tenés que tomar para no hacer lío, como por ejemplo, los autos con mucha electrónica, aunque llevando tanto tiempo en el oficio te vas dando cuenta las cosas que van cambiando; pero es lindo como desafío”.

Al servicio de cerrajería, se sumó el grabado de vidrios y desde hace poco tiempo, el grabado de autopartes. “Esto fue hace dos años cuando un amigo de Pehuajó me dijo que estaba haciendo los trámites para hacer el grabado de autopartes, así que fue como empecé, me costó dos años y era algo que a Bolívar le faltaba, ya que había que viajar para cumplimentar con ese trámite. Es algo que lo hacemos acá mismo y en forma familiar porque está mi hijo y, en la parte administrativa, mi hermana”. Antes había que viajar a 9 de Julio o Olavarría donde estaban las plantas para grabar y hoy el servicio está acá. “Empecé con el grabado de los cristales y sumé este servicio de autopartes que es obligatorio, es una ley y algo que están pidiendo en controles o cuando se hace la transferencia del vehículo. El trámite tiene un valor de 1800 pesos y con tarjeta de crédito o débito se puede pasar directamente a hacer el grabado, que demora 10 ó 15 minutos. En caso de no tener tarjeta, hay que sacar el turno, se paga en un pago fácil, porque quien tiene este servicio no puede cobrar en efectivo, como tampoco establecer el precio sino que ya viene fijado de provincia”.

 

Contacto: avenida 25 de Mayo 465, teléfono 15627426.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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