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El cartero, ya no llamará

El “Flaco” Corbera terminó sus 50 años en el correo. “Voy a sentir la sensación de que me falta algo y extrañar todo”, afirma el nuevo jubilado.

 

 

 

 

 

En setiembre Osvaldo Corbera cumplió 50 años de servicio en el Correo Argentino, sucursal local. Se puede decir que el trabajo de Osvaldo es una cuestión hereditaria, ya que su padre, tíos y hermanos pasaron por el mismo lugar de trabajo. Recordó que sus parientes, de apellido Geneux, “eran carteros e inclusive hasta mi abuelo fue transportista, ya que antes la carga de correspondencia había que ir a buscarla a la estación de tren porque venían a ese lugar. Luego, en un carro o chata a caballo, mi abuelo hacia la tarea de retirarlas”.

Más adelante, fue el propio padre de Osvaldo, quien lo hizo ingresar en el correo, en el año 1969. Su primer trabajo fue ser mensajero, después uniformado pasando por distintas áreas de la empresa, hasta que en el año 1997, fue nombrado jefe.

La función del mensajero, según contó, era “distribuir los telegramas. En esa época, se usaba mucho para comunicarse, ya que la comunicación era muy precaria. Era por teléfono y, a su vez, se tenía que pedir la autorización por intermedio de la operadora. A veces, se lograba en el momento, a veces a la tarde o al otro día. Los telegramas se recibían por medio del telégrafo, que era lo más eficaz que había en ese entonces, bajo lo que se conocía como sistema morse”.

Esa fue una época de mucha actividad porque prácticamente era la única forma de comunicarse que tenía la gente a la distancia. Sobre su día de trabajo, Osvaldo repasó que “se arrancaba a la mañana, con el turno de siete a catorce horas y de catorce a veintiuna horas. En cada turno había un mensajero y recuerdo que, en la primera tanda de salida de telegramas eran 50 ó 60 para repartir, algo que nos llevaba dos horas o dos horas y media para redistribuirlos. La cuestión era que, cuando regresábamos, había cerca de cuarenta telegramas más para llevar. Es más, quizá había ido a una casa anteriormente a llevar en la primera salida y a las dos o tres casas tenía otro telegrama, por eso, era algo casi continuo el andar en bicicleta, recorrer y distribuir. A la noche, eran las diez y todavía andábamos en la calle”.

En ese entonces, el jefe del correo saliente, contó que se usaba mucho el telegrama para felicitaciones, casamientos, cumpleaños o telegramas urgentes, a veces con malas noticias como algún fallecimiento, a lo que “se le daba prioridad a la hora de ser entregado ya que urgía su comunicación”. 

El telegrama que llegaba a una casa no era respondido en el momento. “Llegaban de otras localidades con un mensaje para la familia y así finalizaba”.

En esa época, la ciudad no era la de hoy en día. “Era mucho más difícil, todo era mucho más lejano, no había calles de asfalto, la luz era muy precaria y había una farola en la mitad de cuadra o en la esquina y nada más. Además, al ser calles de tierra, cuando llovía se te dificultaba para pasar y en tiempo de invierno o verano era bastante complicado”.

Osvaldo Corbera pasó por diferentes áreas del correo hasta llegar a ser jefe y también le tocó vivir muchos cambios asociados a su labor, por ejemplo, las nuevas tecnologías y las nuevas formas de comunicación. “La tradicional carta de doña Rosa, que mandaban los familiares, con la nuevas tecnologías cambió mucho y prácticamente no existe más; pero por otro lado, también se han incorporado muchos servicios a la empresa como el Western Unión, que es un envío de dinero a cualquier parte del mundo; entregamos mucha paquetería; servicios de giros; entrega de documentos y otros servicios que son los que sostienen a la empresa”.

La carta personal a la vieja usanza ya desapareció por la incorporación de la tecnología. Hoy, a través del teléfono o por internet, que son los medios más actuales, la han ido reemplazando. “Se reciben cartas personales pero en mucha menor medida, hoy la empresa está abocada a los servicios que nombré anteriormente”, aclaró Corbera.

En estos 50 años son muchas las vivencias y situaciones por las que ha pasado Corbera. Siempre tiene una anécdota muy presente, relata que “era amigo de un chico del barrio de Villa Juana, lugar donde me crié y donde vivo. Ahí, jugábamos al fútbol, en una canchita con un pibe que se había ido de vacaciones de invierno. Pasaron unos días y yo justo estaba de telegrafista y se recibió un telegrama de urgencia. El mismo decía que había fallecido ese chico con el que jugábamos a la pelota. La familia había ido a Buenos Aires en las vacaciones y mandaron a avisar de lo ocurrido a sus familiares. Eso me quedó marcado porque yo conocía a la familia, éramos del barrio y tenía que llevarlo yo a ese telegrama. Luego que pasó mucho tiempo, me pude encontrar con esa persona a la que le había dado el telegrama y un día charlamos de lo que había pasado, algo que había sido tremendo para mí y hasta hoy, me resulta incómodo esa situación, que me recuerda lo ocurrido y me pone mal”, relató.

También, a Osvaldo le tocó llevar o dar noticias buenas, como por ejemplo, haberse ganado autos, premios; “situaciones mucho más agradables”, resumió.

El correo en Bolívar hace cerca de 80 años que está en su actual ubicación, antes estuvo cerca de la plaza Mitre y luego, se trasladó a la calle Alvear, “siendo ya un edificio que tiene sus años”.

Cada dos años, el correo cumple una importante función para las elecciones. “Desde que empezó el tema de las elecciones, el correo fue una de las empresas que prestó el servicio. Es una tarea muy ardua, de mucho trabajo; pero a su vez, ya los que tenemos algunos años, estamos bastante prácticos y, por suerte, siempre la hemos podido hacer sin problemas. Siempre surgen cosas nuevas pero tratamos de manejarlo y hacer el trabajo lo mejor posible”.

Consultado sobre si le gustaba más la vieja época o la actual con los cambios que se fueron dando, respondió que “yo siempre estuvo abocado a esto, siempre vine muy bien predispuesto, por ahí me hubiese gustado ahora modernizar un poco más el edificio, tener más tecnología, más herramientas para el trabajo o más empleados para poder cumplir mejor el servicio”.

Después de 50 años y cumpliendo con la herencia desde su abuelo en el mismo lugar de trabajo, Corbera se mostró satisfecho. “Es una doble responsabilidad porque a mi papá, que en ese momento no era jefe; pero para mí era como si lo fuera, yo tenía que hacer las cosas bien porque, por un lado, me llamaba la atención mi jefe y por otro lado, mi papá. Tenía que hacer lo mejor posible mi trabajo por él y por la empresa”.

En lo personal, se mostró orgullo por el correo y por su trabajo realizado durante tantos años en la institución. “Crié mis hijos con el correo, lo poco que tengo lo tengo gracias a este trabajo y ahora es el momento del retiro ya que, con un mutuo acuerdo con la empresa, decidió premiarme y pagarme el sueldo con un plus hasta que me llegue la jubilación. Es un premio económico que la empresa lo ha reconocido”.

Esta actitud de la empresa habla un poco de la huella que ha dejado Corbera en la institución y se deja ver en la acción que decidieron para con el encargado del correo. “Sinceramente con los chicos, mis compañeros, yo tengo el rótulo del jefe nada más; pero después soy un compañero más. Si tengo que agarrar la escoba lo hago, o cortar el pasto, siempre nos hemos manejado con mutuo respeto y creo que me llevo muchos recuerdos lindos y amigos, al igual que ellos”.

Corbera ya analiza qué hacer de su tiempo libre luego de haber estado 50 años cumpliendo su labor en el correo. Pensando ya sin esa responsabilidad, consideró que “sinceramente queda un espacio vacío y veré cómo hago para aguantar eso, porque seguro que los primeros días voy a sentir la sensación de que me falta algo y extrañar todo. Pero buscaré la mejor forma de llevarlo adelante, me siento bien, joven, con ganas; emprenderé alguna cosita con la que pueda distraerme”.

La vuelta al correo no va a faltar, ya no como jefe, sino en forma de visita a sus amigos, como él llama a sus ex compañeros de trabajo. “Acá somos de compartir algún asado, la ronda mates y yo también, aunque me vaya, quedé comprometido ante quien me reemplaza, en seguir dándole una mano hasta que las cosas se encaminen de manera normal”.

Por último, Corbera dijo llevarse cosas muy positivas, luego de los cincuenta años al frente del correo. “He compartido cosas lindas y malas; pero siempre se destacaron los hechos positivos. Lo más que me llevó son los compañeros de trabajo y gente de afuera que ha venido al correo, con quienes nunca tuve ningún tipo de problemas con nadie y sí, en algún momento me equivoqué o hubo algún inconveniente, les pido disculpas; pero mi intención siempre fue de buena fe”, culminó. 

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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