La panadería, que hoy tiene como cara visible a Néstor “Pancho” Gargiulo, está próxima a cumplir 38 años. Su padre tenía una carnicería, luego de 16 años de trabajar en ese rubro, decidió montar una panadería. Toda la familia se sumó al proyecto, empezando desde cero, hasta lograr tener una sucursal en Del Valle, a donde estuvieron llevando el pan durante 20 años.

Luego, surgió la idea de poner una sucursal en el centro de Bolívar y así fue que, en el año 1998, instalaron la confitería, desde hace ya 21 años.

El proyecto de la panadería arrancó el 3 de julio de 1983, a través de una idea de su padre, quien “un día dice vamos a poner una panadería. Así, empezamos a vender todo lo que teníamos para hacer la panadería. En un año y medio, hicimos toda la construcción en un terreno que teníamos al lado de nuestra casa. Él tenía un amigo que hacía hornos de panadería que estaba en Mar del Plata, Federico Baldo, quien se puso a disposición nuestra y venía los fines de semana a trabajar y nunca le cobró nada a mi padre, eran amigos de la infancia y gracias a él, pudimos construir el horno. Así, comenzó la iniciativa, gracias a los nuestros viejos”, relató Néstor Gargiulo para empezar a contar la historia de la panadería.

En ese entonces, Néstor tenía 21 años y trabajaba en la escribanía de Cieza, desde el año 1976 y en el ´83, dejó para sumarse el proyecto de su padre con la panadería. “Cuando arrancamos ninguno tenía idea de panadería y mi hermano fue el primero en agarrarle la mano al oficio. Buscamos gente de experiencia que nos ayudó, me acuerdo de Laborde, que era el amasador; De Agosto que estuvo en la parte de la panificadora, también un facturero de apellido Belluschi, todos en los inicios. Más adelante, fuimos haciendo gente en este oficio, todos muy buenos empleados. En lo personal, yo me dedicaba a la parte administrativa, las compras de insumos y a la venta, fue un proyecto familiar”, evocó.

La panadería siempre estuvo en el mismo lugar, en calle Castelli 565, en el mismo corazón de Villa Juana, desde aquel 3 de Julio de 1983. Durante un tiempo, también pusieron una sucursal en Del Valle, Partido de 25 de Mayo, eso “fue en el año 1989 y estuvimos 20 años llevando el pan todos los días. Íbamos con mi señora, nos quedábamos todo el día y volvíamos a la noche”. Luego, surgió la idea de poner una sucursal en el centro de Bolívar y así fue que, en el año 1998, el 28 de febrero, instalaron la confitería en avenida San Martín 281. “Ya hace 21 años que estamos acá y la vamos peleando como todo”.

Estar en el centro le permitió llegar a otro público y al estar en contacto con más clientela. “En el centro se trabaja mucho más que en el barrio, porque fuera del centro se da que en casi todas las despensas venden pan y la gente, para no andar dando tantas vueltas o al tener poco tiempo, compra todo en el mismo lugar. Y así, a la panadería van cuando buscan facturas o bizcochos”.

La actualidad de la panadería lo encuentra a “Pancho” al frente junto a su señora. Sus padres, iniciadores del emprendimiento fallecieron y su hermano se dedicó a ser chofer de camión. En cuanto al personal, “contamos con un chico que lleva cerca de 25 años, Omar Gauna y otros jóvenes que nos están dando una mano”.

En cuanto al trabajo en este rubro, “Pancho” consideró que “es complicado. La verdad es que cuando todos duermen, nosotros estamos trabajando. Y a su vez, el fuerte de la panadería es el fin de semana o los feriados, hay que estar trabajando en lugar de estar disfrutando o descansando. Pero es lo que decidimos, lo que elegimos y no nos arrepentimos, estamos contentos y seguimos trabajando”.

Panadería “Las Delicias” impuso en la ciudad la venta de facturas por kilo, que tomaron como modelo de otra ciudad según contó “Pancho”. “Cuando tenía la idea de poner la confitería en el centro, pensé en buscar algo para llamar la atención. Siempre que iba a otra ciudad, miraba o buscaba lo que me podía servir. En Olavarría, conocí a Jorge Ruiz, una persona espectacular que lamentablemente falleció joven, con quienes nos hicimos amigos de la noche a la mañana y me dijo que lo que iba a funcionar acá era la mini factura y así fue. Él me empezó a proveer de las facturitas, ya que tenía una confitería, de nombre “La Galana”, que tenía mucha variedad de mercadería y yo traía otras tortas, masas finas y secas. Pero fue así que impusimos las mini facturas. Ahora, con el tema de la pandemia, las estamos elaborando nosotros acá mismo”.

Con tantos años con la panadería, tanto en la zona del barrio Villa Juana y en la avenida San Martín, “Pancho” sólo tuvo palabras de agradecimiento para los clientes, “la gente nos sigue y siempre está con nosotros, entre amigos y conocidos al estar en el ambiente del fútbol, me han seguido y apoyado, por eso, sólo tengo palabras de agradecimiento”.

En todos estos años de vida comercial, la panadería siempre estuvo abierta al público. “Siempre, siempre tuvimos abiertos y recién en los últimos cinco años, empezamos a tomarnos vacaciones, quince días en el mes de enero. El año pasado, cerramos unos meses por la pandemia y hace poco, cerramos veinte días, por el COVID; pero después nunca cerramos, siempre trabajamos”.

En cuanto a la jornada de trabajo de un panadero es muy extensa y en distintos horarios. Para amasar y elaborar, se trabaja a la tarde, de 14 a 18 horas aproximadamente. La cocción se hace de noche, entre la 1 y las 4 de la madrugada y después, el facturero que trabaja a la mañana, de ocho a doce. En la panadería, en lo referido a la venta al público, se hace el horario normal de comercio.

Por último, “Pancho” Gargiulo volvió agradecer “especialmente a los empleados; a mi familia, mi señora y mi hija que siempre están apoyando y son mi sostén; a mis viejos que trabajaron a la par nuestra hasta que faltaron; a mi hermano y mi cuñada; a todos los amigos que siempre nos están dando una mano y al público en general”.