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Agroecología y Soberanía Alimentaria

Por una agricultura sustentable

 

Tierra Viva Bolívar se moviliza hacia la sensibilización orgánica, producir sin agrotóxicos hacia una "alimentación consciente" conformando un "círculo virtuoso" con la participación del Estado, el mercado y la sociedad. En Pirovano se vieron los primeros resultados.

 

Se realizó una jornada sobre Agroecología y Soberanía Alimentaria con el auspicio de la Municipalidad de Bolívar, el grupo Colectivo Tierra Viva Bolívar. La misma se realizó en el CePLA, en que la que disertaron Ing. Agr. Eduardo Cerdá (Agroecología),  Dra. Giovana Bonisoli (Universidad de Rosario) y la Lic. en Nutrición Miryam Gorban (Soberanía Alimentaria).
El Colectivo Tierra Viva Bolívar se formó este año con el objetivo de algunos vecinos de acompañarse y capacitarse en formas de cultivo alternativas a las hegemónicas. 
Gabriela Apestegui, integrante del grupo, es productora agropecuaria y no utiliza agrotóxicos “lo que te enseñan del campo es a explotarlo, alquilarlo, no hacer nada y ganar plata. Yo sentía que había algo que estaba mal, entonces empecé a buscar por el lado de la agricultura orgánica, la alimentación consciente”. A medida que Gabriela conocía gente capacitada en la producción agropecuaria alternativa, es decir, sin el uso de agroquímicos, fue acercándose a la Agroecología.  Se trata sin dudas, de un estilo de vida coherente con el cuidado de la naturaleza: “debemos tomar consciencia de lo que significa cultivar y fumigar sin límites para nuestra salud y para el planeta. Llegado su momento nos vamos a quedar sin tierras, sin trabajadores en el campo, todo esto para que se enriquezcan cinco empresas en el mundo”.
La Dra. Bonisoli presentó un estudio realizado por la Universidad de Rosario, en distintas provincias argentinas, llamado “Perfiles de morbimortalidad de la Región de Producción Agroindustrial de Argentina”. Entre las principales enfermedades vinculadas con el uso de agrotóxicos se encuentran: hipertensión arterial, hipotiroidismo, diabetes, dislipemias, enfermedades respiratorias. Los resultados arrojados a partir de los campamentos sanitarios realizados en el país dan cuenta de las consecuencias del ingreso de glifosato en el cuerpo como por ejemplo hepatopatías, ansiedad, Parkinson, autismo. 
Durante el trabajo de campo se investigó la alimentación en niños y niñas de entre 3 y 12 años de edad que se encontraban expuestos a ciertos agroquímicos, generalmente no visibilizados. Entonces se constató que los desórdenes de alimentación más comunes en este recorte de la población son la obesidad y el sobrepeso, a la vez que el hambre ha ido en aumento en los últimos años. La profesional de la salud aclaró además que los “eventos transgénicos” no pueden ser considerados alimentos y que al ingresar al cuerpo modifican el ADN de las personas. Finalmente, respecto al uso desmedido de agrotóxicos para multiplicar la producción, consideró: “la idea de que venían a calmar el hambre del mundo es una mentira que no podemos negar más”.
En segundo lugar, la Lic. en Nutrición Miryam Gorban manifestó su preocupación por la malnutrición en vínculo con los agrotóxicos: “compartimos el problema de la desnutrición, sobrepeso y obesidad con la exposición a agroquímicos” y remarcó que la buena alimentación constituye un derecho básico que el Estado debe garantizar. El concepto de soberanía alimentaria entonces, se vincula con el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas alimentarias, económica y culturalmente apropiadas. En este sentido Gorban destacó la necesidad de articulación entre el Estado, el mercado y la sociedad
Por otra parte, la licenciada se refirió a la concentración monopólica y transnacional en la industria alimenticia como responsable y cómplice de la sustitución del cultivo, la producción de agrocombustibles y transgénicos. También le adjudicó algunas consecuencias como el desalojo rural y el hacinamiento urbano y, a escala mayor, de la contaminación global y el cambio climático. Sobre el mercado frutihortícola también monopólico, manifestó que la importación reemplaza productos autóctonos, “consumimos frutas y verduras de otros países. Debemos asociarnos a nuestros productores y defendernos de las grandes empresas”. 
Por último, finalizó su exposición proponiendo optar por la agroecología y el agronegocio, colaborar con la economía social, el comercio justo, el comercio justo y así mejorar la oferta y el acceso a estos productos por parte de toda la población. 
En tercer lugar, el Ingeniero Agrónomo Eduardo Cerdá comenzó su disertación desacreditando los mitos que existen caracterizan a la Argentina como “granero del mundo” y aquellos sobre la posibilidad de acabar con el hambre gracias a la producción masiva de alimentos por parte de las grandes empresas monopólicas. Del mismo modo, dejó en claro que, a diferencia de lo que se cree comúnmente, sí se puede producir sin agroquímicos
Desde su rol de Director de Producción de la Municipalidad de Tres Arroyos destacó la importancia del compromiso del Estado con esta problemática de manera mancomunada haciendo referencia a la RENAMA (Red de Municipios que fomentan la agroecología) de la que forma parte, a la vez que remarcó la necesidad de incorporación de la Agroecología en las Facultades de Agronomía. 
Cerdá presentó la experiencia en La Aurora, campo ubicado en el partido de Benito Juárez, que cuenta con más de 25 años de producción agroecológica. Además manifestó que aún en los campos que no se utilizan agroquímicos es posible encontrar, mediante análisis del suelo, presencia de glifosato. Esto da cuenta de que la degradación y localización del glifosato es otra falacia a favor de las grandes empresas agroindustriales. En este sentido señaló la importancia indiscutible de la presencia de lombrices en la tierra y su desaparición por parte de agroquímicos: la lombriz controla enfermedades del suelo, genera nutrientes como el humus, es vital. Analizando parte del suelo en La Aurora encontrábamos cerca de treinta lombrices por muestra, pero acercándonos al campo del vecino iba disminuyendo la cantidad hasta encontrar sólo dos o tres”. 
El ingeniero remarcó que diferentes experiencias demuestran que la agroecología es el camino para salir de la crisis tanto económica como ambiental y social. “La clave es dejar de usar fertilizantes para cortar con el círculo vicioso de los agroquímicos y crear un círculo virtuoso. No usar agroquímicos no quiere decir no tener rendimientos buenos, todo lo contrario”. Reemplazar el uso desmedido de agrotóxicos por la siembra de, por ejemplo, trigo, avena, cebada, girasol, sorgo con trébol o con visia puede reducir grandes costos, evitar el crecimiento de malezas y aportar nutrientes naturales como ya lo han demostrado diversas experiencias exitosas.
Por último, al día siguiente de la disertación, integrantes de la RENAMA y productores locales visitaron el establecimiento “La Primavera”, ubicado en Pirovano donde se constataron 1.800 hectáreas sin glifosato, tras un gran cambio de conciencia luego de haber utilizado 6.500 litros por año. 
Gabriela Apestegui manifestó la conformidad del Colectivo Tierra Viva Bolívar con respecto a lo vivido en la jornada: “todavía estamos procesando la experiencia y estamos felices de saber que cada vez somos más quienes tomamos conciencia acerca de producir sin veneno y saber que tenemos que fortalecer el comercio justo local, comprar directamente al productor, ir a la feria verde, recuperar los sabores, saber comer lo que es de estación y sobre todo consumir lo orgánico de nuestra tierra”.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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