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Contacto a flor de piel

Natalia Fleur es tatuadora, egresada de Bellas artes, encontró en el oficio la forma de combinar la comunicación con el otro y concretarse profesionalmente. “Veo al cuerpo como un registro de experiencias”

 

Natalia Rivarola, más conocida como “Natalia Fleur” es profesora de artes plásticas, dibujante y tatuadora. Nació en Olavarría, estudió y vive en La Plata y viaja a Bolívar regularmente para tatuar la piel de sus clientes/as.

Hace años mantiene el ritual de dibujar, de transformar lo que siente y percibe de la realidad, en obras de su autoría. Actualmente, traslada esas creaciones a tatuajes, tazas, libretas, buzos y remeras.

                                                   

“Necesitaba hacer algo que amara de verdad”

Se recibió en la facultad de Bellas Artes en La Plata, de Profesora de Artes Plásticas, aunque afirma que nunca dio clases. “Después de haber trabajado de cualquier cosa, de largos años de carrera, me recibí y bastante después empecé a tatuar. La facultad me demandaba muchísimo tiempo, el 75 % de mi vida, así que trabajaba de cualquier cosa porque no podía pensar en otra cosa que subsistir”.

Su búsqueda por dedicarse a algo por lo que se sintiera plena no le permitió descansar hasta que, después de experiencias desafortunadas, se encontró con el tatuaje. “En un momento, que trabajaba de camarera, me di cuenta de que realmente me hacia mal, me agarraban ataques de pánico, me atravesaba de manera muy fuerte. Era un trabajo que me explotaba mucho y yo tenía conciencia de que necesitaba hacer algo que amara de verdad”.

Contra todos los obstáculos, Natalia trabajó para lograr lo que deseaba, aún sin saber hacia dónde la llevaba su instinto. Pero no todo fue color de rosa, estudiar arte, implicó para ella que su entorno no estuviera de acuerdo. “Si bien en Olavarría hay una Escuela Terciaria de Arte, en mi familia sonaba raro. Mi viejo nunca me apoyó en la decisión, de todos modos me ayudó económicamente un par de años. Yo me quise ir a La Plata para despegarme de mi familia, del lugar en el que siempre viví”, asegura.

Relacionado al trabajo artístico, experimentó por las vías convencionales, aunque no sería ese el final. “Yo me sentía siempre en una búsqueda, incluso dentro de la facultad nunca me sentí cómoda en el círculo de las bellas artes, las galerías y museos. Si bien en La Plata existe una movida under, del dibujo y las artes plásticas, yo veía que tampoco ese era mi espacio y que tenía que seguir explorando”. Entonces realizó dibujos que luego se hicieron visibles en exposiciones colectivas en La Plata y Capital Federal, entre otras actividades que cobraron significado cuando pudo conocer y animarse al tatuaje.

 

“Soy súper crítica de mi trabajo”

Luego del camino recorrido, teniendo por brújula a su propio sentir sobre las tareas que realizaba, Natalia se propuso estudiar, se recibió y al final de la carrera, el tatuaje la estaba esperando. “En realidad, yo ya me venía tatuando una vez por mes. Me da risa cuando alguien viene y me dice que ya tiene la plata separada del sueldo para el próximo tatuaje, porque a mí me pasaba lo mismo. El flaco que me tatuaba ponía un poco de expectativa en mí, me decía que me veía tatuando, me preguntaba por qué no me animaba y la verdad es que yo pensaba que sólo me iba a dedicar a dar clases. Luego empecé a salir con un chico que también era tatuador de La Plata, dejé el trabajo de camarera, tuve que dejar el departamento porque no tenía con qué pagarlo, así que tenía el titulo pero ninguna propuesta”.

Si bien, en un principio, Natalia no se sentía preparada para afrontar la responsabilidad que implica tatuar, tuvo el apoyo del chico con que el que salía en ese momento. “En diciembre, en una noche de mucha angustia por no conseguir trabajo, me regaló la maquinita para tatuar, que es la que uso ahora. En ese momento la miraba y me preguntaba ¿cómo tatúo con esto? Pensaba que le faltaban partes”, recuerda con humor. Pasada la crisis por no saber qué hacer con su presente laboral, Natalia volvió a trabajar de moza pero esta vez con un objetivo claro: ahorrar para conseguir los insumos de tatuadora.

Tres meses después, ya distanciada del joven colombiano, comenzó a practicar tatuajes sobre naranjas. En ese momento, el tatuador que la había motivado por primera vez le ofrece dejarle su local durante el tiempo que él estaría de viaje por Europa. “Ese fue un motor muy grande, fue como una mentira que me cayó como anillo al dedo. Aprendí mucho de él, de mi ex, y de internet de manera muy seria y responsable”, asegura.

El secreto de un trabajo profesional y de calidad, podría ser sostener la mirada crítica sobre lo que se realiza. “Yo no me veía talento al principio y me cuesta verlo también ahora, soy súper crítica de mi trabajo, no siempre quedo conforme y creo que ese es un motor para seguir creciendo y aprendiendo. Si ahora trabajo de esta manera es porque me critiqué todas las veces anteriores”, sostiene Natalia.

                                                                           

“Dibujar es poder transformar la energía”

Los primeros tatuajes, después de las prácticas sobre naranjas, fueron pequeños dibujos en amigos y amigas que se prestaban al juego inicial. “La verdad es que había más demanda de la que yo creía y eso me llevó a dedicarme a tatuar. Al haber terminado la facultad, tenía mucho más tiempo disponible, entonces me levantaba y me ponía a dibujar. Así podía estar cuatro o cinco horas y a la par se iba dando la demanda del tattoo, así que pude empezar a diseñar yo misma lo que iba a tatuar después”.

Las personas adultas que dibujan, en general, llaman la atención. Natalia, como muchas otras niñas, amaba dibujar y a diferencia de la mayoría, de grande no dejó de hacerlo. Sobre el momento ritual de dibujar por la mañana, con música y mates, Natalia sostiene que “es anti estrés, es mi burbuja. Si estoy cansada ya sé que me tengo que poner a dibujar, es una manera de hacer catarsis de lo que me pasa, es poder transformar la energía que una tiene en un producto concreto, de esa situación sale un dibujo que luego puede ser un tatuaje”.

Sobre la posibilidad de que alguien elija un dibujo de su autoría para tatuarse o que decida hacerse un tatuaje a partir de un diseño propio, Natalia confiesa que “en algún momento eso fue muy especial, pienso que es una responsabilidad muy grande en el sentido de perforar la piel del otro, digo, es distinto dibujar que tatuárselo a alguien”.

 

“Voy a estar siempre agradecida al tatuaje”

El trabajo que a Natalia le costó un largo recorrido y que aún le requiere mucha responsabilidad y esfuerzo, le devuelve las energías con pequeñas y grandes satisfacciones. Recuerda puntualmente una de ellas, en la que “una chica de California me vio en Instagram, encontró un dibujo que le gustaba y me escribió diciendo que iba a estar en La Plata por un tiempo, en una residencia de artistas de todo el mundo y que quería conocerme. Me comentó que deseaba hacerme una entrevista y que quería un tatuaje también. Entonces le tatué lo que había elegido y si bien no intercambiábamos muchas palabras por el idioma, se estableció entre nosotras una comunicación muy linda más allá de lo verbal. Ese fue el primer tatuaje que pensé bueno se va y no lo veo más, a tener ese tipo de conexión”.

Finalmente, todas las experiencias anteriores al trabajo de tatuadora le permiten a Natalia valorar su presente al establecer que “yo voy a estar siempre agradecida al tatuaje porque sé que puedo ir a cualquier parte con la valija y tengo trabajo. Además de que el trabajo me permite subsistir y vivir de eso, conecto siempre con el otro y eso es súper importante. En el fondo siento que siempre busqué este trabajo, que no es casual haber terminado tatuando. Tatuar me da libertad, no lo cambio por nada. Agradezco este trabajo y lo cuido como oro, aprecio mucho el espacio que se genera y a la gente que se acerca”.

 

“Veo al cuerpo como un registro de experiencias”

Sobre los prejuicios al tatuaje, el cuerpo intervenido, el arte como un trabajo y demás cuestiones que Natalia ha tenido que atravesar, reflexiona al establecer que "hay una explosión en relación al tatuaje. Hay que emprender un camino”.

El tatuaje, la imagen en la piel del cuerpo humano, implica una manera de vivir que no atrae a todas las personas. Para la tatuadora no hay extremos, ya que "no existe algo totalmente definitivo en realidad. Muchas veces me dicen es para toda la vida, pensá cuando llegues a vieja y la verdad es que yo no pienso en cuando sea viejo. Creo que tampoco puedo renegar en el día de mañana de algo que hice convencida en un momento. Yo vivo aquí y ahora y veo al cuerpo como un registro de experiencias, de cosas que hemos vivido. Pasa que tenemos la idea del cuerpo blanco e inmaculado, esta cuestión atravesada durante mucho tiempo de la religión. Si alguna vez llego a vieja quizás no me acuerde por qué me los hice, si tuvieron algún significado, pero sí voy a poder decir este fue mi recorrido".

Tatuarse, entonces, implica ejercer la soberanía de los cuerpos que tantas veces en la historia ha sido y aún, es negada. “El cuerpo es de uno, yo soy defensora de las libertades individuales y me parece que cada persona tiene la libertad de expresarse a través del cuerpo desde lo artístico a través del tatuaje o en otros aspectos. Me ha pasado que viene alguien y me dice que se están tatuando a escondidas del marido, entre otros. Hoy veo que mujeres de 60 años se tatúan por primera vez y me parece que hay una liberación con respecto al cuerpo”.

 

“Hay que ponerle mucho corazón”

Por último, Natalia busca elaborar una reflexión a modo de consejo para quienes deciden dedicarse a tatuar o creen que llegaron a la profesión que les apasiona; dice que “está bueno agruparse con compañeros, compañeras que hagan lo mismo que vos, se fortalece lo que hacés. Por supuesto que tienen que tirar todos para el mismo lado, pero si se puede encontrar con gente que complemente tu trabajo, está buenísimo”. Además, agrega que es importante tener una apertura a las propuestas que pueden surgir, “hay que ponerle muchas energías, mucho corazón. No sale de una, no es fácil pero si pones la cabeza en eso, para mí, no hay manera de que no salga. Habrá procesos más lentos o más rápidos pero con dedicación se puede lograr”, finaliza.

 

Facebook e Instagram: Natalia Fleur

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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