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En el nombre del padre

En el corazón de Casariego Panificadora Chirola produce productos en un emprendimiento totalmente familiar rindiendo honor a la historia, a los clientes y a la calidad final.

 

Más que un emprendimiento, un homenaje diario a quien fue el impulsor de esta iniciativa. La unión familiar y el amor por el oficio constituyen las bases del éxito.

 

“Esto es bien familiar”

Pablo Arregui y Celia Beorlegui trabajan hace 10 años en el rubro panadería. Hace dos años y medio inauguraron un espacio propio, con las mejores máquinas y todos los requisitos para brindar un producto de excelente calidad.

Se trata en principio de un emprendimiento familiar, “trabajamos siempre con mi marido, mis hijos, mis dos nueras y a veces viene mi mamá, así que esto es bien familiar. Mis hijos crecieron, Agustín está en Olavarría estudiando Licenciatura en Alimentos y Federico eligió quedarse acá trabajando de panadero. A los dos les gusta, siempre trabajan acá y cuando yo me voy de vacaciones ellos quedan a cargo”, se presenta Celia.

Pan, tostadas, facturas, rosquitas, alfajores, pasteles, chips, pizzas, bizcochos, pepas, salen envasados y con calidad de frescura cada día de Panificadora Chirola. “Las rosquitas son nuestro caballito de batalla, fue con lo que mejor empezamos y siguen siendo muy elegidas, además son más grandes de lo que es costumbre ver”. Se venden en comercios y supermercados de Bolívar y de Urdampilleta, se realiza venta donde funciona la panificadora, en Barrio Casariego y también se pueden hacer encargues de dulces y salados para eventos.

Los productos que se realizan en panificadora Chirola son comercializados en diversos negocios locales y en la panadería misma. El intercambio directo con clientes dentro del local propio, representa un gran atractivo para Celia, porque “lo más lindo de este oficio es la satisfacción de cumplir con la gente, que reconozcan el trabajo que hacemos. Una vez vino una mujer y me preguntó si las facturas eran frescas, a lo que yo le respondí que todo lo que sobra de un día jamás lo vuelvo a poner. Todo se dona, al Centro 801 o a unos nenes que vienen siempre, pero nunca se mezclan cosas viejas con frescas”. Además de la frescura, la calidad caracteriza a los productos de Chirola, “si bien no sé qué es lo que nos distingue sí puedo asegurar que usamos materia prima buena, que no se mezquinan cantidades, por ejemplo, no le echamos menos margarina alguna vez, siempre se trabaja de la misma manera”.

 

“Los Chirola”

El origen de este emprendimiento propio, en un rubro que, por sus exigencias, no pareciera ser el más elegido, está directamente vinculado con el deseo de Chirola Beorlegui, un referente para toda su familia. En palabras de Celia es “el que tuvo siempre la idea de tener una panadería fue mi papá. Después él se enfermó, cuando teníamos todo listo para empezar y en ese momento quedó todo como estaba. Una vez uno de mis tíos me tiró la idea de alquilar una panadería y ahí empezamos. Mi marido es panadero desde los 13 años. Estuvo once años trabajando con Campitos, frente al hospital, y cuando se quiso jubilar nosotros le alquilamos la panadería ya en funcionamiento con todos los clientes”.

Animarse al emprendimiento propio marcó un hito en la historia de la familia Arregui Beorlegui. “Hace 6 años decidimos empezar a construir acá en nuestra casa, durante cuatro años trabajamos de sol a sol, en la panadería a la mañana y construyendo la nuestra acá, por la tarde. Luego teníamos que comprar las máquinas, era otro desafío. Mi papá al morir dejó 15 hectáreas de campo en Ibarra, y llegado el momento mi mamá decidió que como era el sueño de él tener una panadería pudimos venderlas y comprar las máquinas”.

El sueño de Celia y Pablo es el de toda su familia pero, sobre todo, lo era de “Chirola”. Por eso, el trabajo previo a la creación de la panadería, el momento de la inauguración y aún el trabajo de todos los días, es una especie de homenaje al padre de Celia. “La panadería se llama Chirola, en honor a mi papá”.La historia del nombre es la historia de este emprendimiento que ha sabido conquistar el mercado local. “No sé por qué le decían Chirola, pero todo el mundo lo llamaba así. Un día vino un hombre y se me quedó mirando, muy emocionado me preguntó si era la hija de Chirola, me reconoció igual. Teníamos campo entre Ibarra y la 14, íbamos a la escuela de campo así que ahí todos nos conocíamos de toda la vida. Si preguntas a la gente de Ibarra por Chirola lo saben identificar, era una persona que bromeaba con todos los conocidos. Ahora a mi marido le dicen Chirola, casi nadie sabe que se llama Pablo, yo le digo que es un nombre robado, pero en definitiva a toda la familia nos saben decir Los Chirola”.

 

“Siempre pienso en mis hijos”

El momento de la inauguración fue el cierre de una etapa que llevó mucho esfuerzo, tanto en lo económico como en lo emocional, y el inicio de un nuevo momento lleno de expectativas. Celia recuerda las preocupaciones que enfrentaban como dueños de su nuevo emprendimiento: “el valor de las máquinas es muy grande, si vos las ves no parece tanto y tampoco son muchas, pero se nos dificultaba realmente tenerlas”. En ese momento los emprendedores locales establecen contacto con Andrés Buscaglia, de la reconocida empresa marplatense de máquinas de panadería. “Vino a Bolívar y nos diseñó la panadería como se exige desde Bromatología, es como un arquitecto de panaderías, así que jamás tuvimos trabas. Le compramos todas las máquinas y el primero de febrero de 2011 inauguramos”.

La emoción de Celia al revivir el momento de la inauguración es notable y da cuenta del gran esfuerzo que eso implicó. “La primera noche fue increíble porque nosotros antes teníamos un horno más viejo, lento, perdía calor y podíamos cocinar en una hora, en cambio con el nuevo, teníamos todo listo en 25 minutos. Nos había agarrado una desesperación porque empezó a salir pan por todos lados, teníamos que almacenar todo rápido y ya no teníamos una hora en el medio para hacer esas cosas”, recuerda con humor.

El trabajo de panadería se sabe, no es tarea fácil. La rutina es siempre la misma y las ganas de construir su propio futuro están intactas. “Pablo y yo nos levantamos todos los días a las 3 de la mañana, domingos y feriados lo mismo, hace años que convivimos así. Lo primero que hacemos es prender el horno para las rosquitas, yo armo las facturas, Pablo corta el pan para meterlo en el horno y prepara el mate”. Sumado al esfuerzo de todos los días, la familia “Chirola” le suma voluntad a la tarea de sostener y hacer crecer su proyecto: “¿de dónde saco fuerzas?, bueno yo siempre pienso en mis hijos, queremos tener una buena calidad de vida, darles la oportunidad de estudiar, tengo una hija, Melany, estudiando en Mar Del Plata. Además, queríamos poder trabajar bien, en mejores condiciones y lo hemos logrado”.

 

“Roberto Goñi explica muy bien”

La panadería no sólo trabaja con comercios, sino que últimamente ha incorporado a su producción, la demanda del Consejo Escolar. Hace cinco años que todas las escuelas de Bolívar se abastecen de pan y medialunas de “Panadería Chirola”. Asumir este compromiso que conlleva una gran responsabilidad, fue el inicio de este emprendimiento familiar; “en ese momento en que supimos que existía la posibilidad de trabajar con las escuelas sabíamos que no podíamos fallar ningún día. Pero ahí fue el comienzo de todo, porque era una gran oportunidad para hacer una diferencia económica y crecer de manera independiente”.

Además de la producción y venta de todos los días, la panadería de Barrio Casariego funciona de sede anfitriona para una escuela de pastelería. Una vez al mes viene a Bolívar Roberto Goñi a dar clases, cuenta actualmente con 13 alumnos que recibirán el título de maestro pastelero. Para Celia “es una muy buena propuesta, me hubiera gustado que más gente joven se enterara de esto porque se aprende muchísimo. Si bien es un curso pago, Roberto explica muy bien, tiene métodos muy prácticos. Lo que se hace acá se lo lleva cada alumno a su casa”.

La agenda de clientes constituye uno de los pilares más importantes de todo emprendimiento, Celia y Pablo no sólo supieron conservar los que tenían sino sumar nuevos, ya que “algunos clientes nos los pasó Campito, de su panadería y otros, como Lolo que es uno de los últimos, se han ido sumando después. Nunca hemos ido negocio por negocio a promocionarnos, sino que la persona que es clienta, por lo general, ya ha probado el producto o se lo han recomendado”. Para el contacto directo con clientes, la familia emprendedora invirtió en comunicación gráfica como una herramienta indispensable para los tiempos que corren, tales como “los imanes, el Facebook, el banner, nos sirvieron un montón. Cuando vino Roberto Goñi nos dijo ¿cómo no tienen un banner?, y la verdad es que nos acerca más a la gente, nos preguntan por Facebook si tenemos tal y tal cosa, nos llaman por teléfono y demás”.

 

La experiencia en el trabajo tanto en relación de dependencia como en su emprendimiento propio y el balance positivo permiten a Celia elaborar sugerencias que transmitiría a cualquier persona que comience con un proyecto nuevo, comenzando con que “los miedos siempre están, a que no te alcance el dinero y demás, pero se superan manteniéndose unidos. Todos los días tratamos de ponerle la mejor onda, hacerlo con mucho amor y querer el lugar de trabajo. Nosotros nunca terminamos, siempre buscamos renovar y mejorar a futuro. Siempre hay una meta por alcanzar, y la mayor son mis hijos, que puedan estudiar, trabajar de lo que quieran pero que tengan su propio futuro”. Respecto de su futuro, al que ya miran con más tranquilidad que hace un tiempo, Celia afirma que aspiran a “seguir mejorando, ingresar nuevos productos a la parte de pastelería y no por ahora, pero en algún momento poner un local estratégico en el centro. La gente nos llama y viene hasta acá, así que en algún futuro nos gustaría poder estar en el centro", termina proyectando.

 

Contacto

Dirección: Magallanes 580

Teléfono: 2314-622171

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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