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Las tapas de la abuela

Zabatoni y Ricci combinaron experiencia, amistad e inteligencia para desarrollar un producto que tuviera su propio nicho. Doña Adela, fábrica de tapas de empanadas, pascualinas y pastas, se basó en la calidad y el menor costo.

 

Luis Zabatoni y Luis Ricci son socios desde 2014 y amigos desde hace más tiempo. Juntos emprendieron una fábrica en Bolívar y trabajan con la misma voluntad y energías desde el primer día.

                

“Mi abuela fue una persona muy importante para mí”

En enero del 2015 comenzó la fabricación en Bolívar de tapas de empanadas y pascualinas de horno y de hojaldre. “Yo tenía esta fábrica en Trelew desde el 2013 y al año siguiente me mudé a Bolívar, momento en el que con mi socio y amigo Luis Ricci reabrimos la fábrica acá”. Más adelante se hicieron tapas para freír y actualmente se suman a la producción fideos frescos.

Doña Adela, era la abuela de Luis Zabatoni, a quien rinde homenaje con su proyecto laboral y de vida. “El nombre surgió por mi abuela. Ella era cocinera para la familia, pero su nombre no viene de ahí sino porque fue una persona muy importante para mí, entonces fue una manera de agradecerle”, expresa el emprendedor.

Los inicios suelen ser la etapa más difícil tanto en lo económico como en el aprendizaje y la actitud que se necesita para que un emprendimiento funcione y no sea sólo un proyecto truncado, los propietarios de la fábrica hacen su propio balance al definir que “nosotros teníamos la gran ventaja de que mi socio ya había trabajado en el rubro hacía 12 años y yo sólo tuve que poner las máquinas. Mi inicio en Trelew sí fue bastante duro porque yo no tenía a quien consultar cuando algo me salía mal, por ejemplo con la masa y demás cuestiones de la elaboración. Luego en la parte de ubicar el producto no tuve problemas porque ya tenía experiencia en la actividad y pude manejarme bien haciendo un análisis de mercado antes. Siempre cuesta meter la marca en el mercado, que la gente conozca el producto y hay un tiempo razonable para eso”.

 

“Apuntamos a que no sea un producto caro”

Los productos de Doña Adela se venden en Bolívar, Henderson, Daireaux, Pirovano, Urdampilleta y Trenque Lauquen. La ampliación del mercado implicó una modificación en la rutina de los emprendedores que tuvieron que delegar la responsabilidad a proveedores que se encargaran específicamente de la distribución. Esta flexibilidad en el desenvolvimiento de los propietarios permitió que la empresa crezca sin perder calidad y atención en todo el proceso. “Realmente nos dimos cuenta de que no podíamos con todo, no nos daban los horarios, era grande el desgaste del vehículo, el personal y demás así que delegamos todo en la distribuidora DistriPag, otra en Daireaux y alrededores y otra en Trenque Lauquen”, expresan.

Los productos de Doña Adela además de ser de producción local se distinguen de otros que se ofrecen en el mercado por su calidad y buen precio. En palabras de Zabatoni, el target se centra en que “nosotros apuntamos a que no sea un producto caro, de hecho, está entre los más baratos, pero a su vez tiene muy buena calidad. Como no tenemos una gran producción, podemos vender a un buen precio, acorde a la situación de la mayoría de la gente. Además, es un producto estable en el tiempo que no ha variado su calidad”.

 

“Que funcione bien es una gran satisfacción”

Además de invertir muchas horas, es necesario estar presente en todo. “Nosotros empezamos con dos máquinas, una laminadora y una mezcladora, además de las mesas y después incorporamos una máquina que corta y apila con papel film de manera rápida y ordenada”, relatan los comerciantes.

“Doña Adela” recibió apoyo del Municipio, específicamente de la Dirección de Producción, para hacer crecer su emprendimiento. Explican que recibieron "el Fondo Rotatorio para comprar materia prima, eso nos ayudó bastante. Y ahora la estamos peleando porque la situación está complicada, en rasgos generales y para todos, no sólo para nosotros”. Emprender un proyecto propio y dedicarle algo más que voluntad y trabajo, tiene sus recompensas, el hecho de “saber que uno confió, invirtió muchas horas y está dando sus frutos a pesar de la situación actual, y que funcione bien, es una gran satisfacción”.

Si bien el producto final parece una pieza simple de obtener, en realidad, el proceso de elaboración es largo y requiere atención constante, donde “todo comienza en la mezcladora de harina, sal, conservantes, polvo de hornear y agua. Cuando eso está unido, se saca, se pesa y se hacen pastones de muchos kilos de masa, se pasa por la laminadora para lograr una masa homogénea, luego se estira y se coloca la margarina. A partir de ahí se le hace el doblez para que le genere el hojaldre a la masa, luego se estira para lograr el grosor deseado para apilarlas por docena y envasarlas”, explica Zabatoni.

 

“Lo más importante es mantener la calidad”

La materia prima que se utiliza en Doña Adela proviene de la producción local y regional, esto permite un mayor movimiento en el circuito de oferta y demanda en el mercado de la zona. Manifiestan que "los productos que más utilizamos son la margarina y la harina. Conseguimos la margarina en Pehuajó porque trabajamos con una sola marca, que consideramos la mejor en el mercado y es la que se mantiene estable en calidad. Por otro lado, le compramos la harina, el polvo de hornear y el conservante, a Distribuidora Esquivel de Bolívar”.

Parte de la estrategia, si la hubiera, para que el emprendimiento funcione, parece ser según esta experiencia, estar presente en todos los detalles. De esa manera, “dependiendo de la época del año cambia la duración del producto, en invierno dura tres semanas y en verano dos. También se modifica el consumo, en invierno la gente prende el horno y consume pastas, en cambio en verano vendemos más a rotiserías porque se está de vacaciones y no se cocina tanto”.

Para Zabatoni, puede variar la época del año, situación económica y espacio geográfico, pero la calidad debe mantenerse siempre en el mejor nivel. Precisa que “lo más importante es mantener la calidad, te puede costar mucho meter un producto en el mercado, pero en una semana o dos de mala calidad lo perdiste. Hemos optado por usar materia prima de muy buena calidad, por más que nos cueste”, sentencia.

 

“El packaging es la cara visible del producto”

La comunicación e imagen de la empresa son aspectos importantes que los socios no descuidaron en ningún momento, según Zabatoni “las bolsas con el logo de Doña Adela se las compramos a Plásticos Bolívar, de Gustavo Zanassi. El packaging es la cara visible del producto, el envase es todo, la persona identifica lo que ve y lo reconoce. También nos parece importante hacer este tipo de notas porque es una posibilidad de promocionar lo que hacemos”.

El contacto con clientes es distinto al que se da en un comercio de venta directa, sin embargo, a través del proveedor y visitas planificadas, la fábrica se hace presente. Declaran que “le dimos la cartera de clientes que teníamos al distribuidor y luego fuimos sumando otros. Nosotros vamos todas las semanas a los comercios, a los de otras ciudades se va el mismo día de la semana y ya se acostumbra. Este es un producto que permite organizarnos por su conservación, trabajamos con cambios, es decir, lo que se vence se le devuelve al comercio y se tira, o sea que es pérdida. Conocer cada negocio, la zona, la época del año, el momento del mes, nos sirve para administrar el porcentaje de devoluciones y ahora estamos por debajo de lo estipulado así que estamos conformes”, aseguran con satisfacción.

 

“Nos gustaría expandirnos y crecer”

El sacrificio, voluntad y profesionalismo que se le ha dedicado a este emprendimiento comienza a dar sus frutos, porque “cuando uno comienza un proyecto, lo que más anhela es que funcione, poder vivir de eso. Creo que lo hemos logrado, también queremos hacer un producto bueno, que la gente reconoce y lo elige por sobre otras marcas, que esté satisfecha con la calidad, que es lo que buscamos mantener siempre. Eso, a mi socio y a mí, nos hace sentir bien internamente”

De un tiempo a esta parte, Zabatoni y Ricci han aprendido a reconocer las virtudes y falencias del ámbito productivo y comercial, y en base a esto pueden reflexionar sobre su propia experiencia emprendedora. “En principio lo importante son las ganas y el empuje que le pone al proyecto. Después hay que tener en cuenta las variables propias del trabajo. Por ejemplo, nosotros tuvimos la posibilidad de vender este producto en Tandil y ni siquiera empezamos porque sabíamos que no iba a funcionar. Hicimos un análisis de mercado, llevamos productos, los probaron y vimos que allá no se consume la empanada de hojaldre, sino la criolla. Ni siquiera pudimos asegurar el producto en las rotiserías porque tampoco se vende. Es importante ver si el producto es factible para determinado lugar, uno a veces se deja llevar por la euforia y las ganas pero hay que tener en cuenta la competencia, el tipo de producto, el mercado al que se le va a vender y demás. Por una parte, hay que ponerle empuje y ganas y por otra, ser un poco frio y analizar estas cuestiones”, analiza Zabatoni.

En un presente laboral bastante equilibrado, con balances a favor y con suficiente experiencia como para poder seguir soñando, Doña Adela tiene su propia visión de empresa: “nos gustaría poder expandirnos y crecer en ventas, que es lo que se espera de cualquier negocio. Sabemos que el producto sale siempre bien, con la misma calidad, de hecho, en los lugares en que se vende, ha entrado muy bien y queremos seguir expandiendo la zona”.

Contacto:

Dirección: Rondeau 654

Teléfono: 2314- 411828

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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