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Cuca Feliz, artista de cabello

Alina De Azevedo conjuga emprendimientos y dueña de un salón estilista en el que busca que la gente se vaya feliz, porque "el pelo dice todo de la persona".

 

 

 

 

Alina De Azevedo es estilista, se considera en proceso de aprendizaje constante aún cuando su trabajo profesional ya comenzó y ha logrado gran reconocimiento por parte de la comunidad. Además, es cantante y junto a su pareja, Federico Gallo, llevan adelante su propio emprendimiento: la verdulería Mandale Fruta en Dorrego casi San Martín.

 

“Sentí que había encontrado mi lugar en el mundo”

El año pasado comenzó a estudiar en Capital, luego de algunos intentos en carreras que no la hacían feliz. Asume que nunca pensó que iba a dedicarse a la estética del cabello, a pesar de que siempre sintió atracción por el mundo de la peluquería. “En realidad no encontraba qué hacer de mi vida. Siempre busqué tener un título serio y me iba bien en lo que estudiaba, entonces cada vez que le decía a mi vieja que había dejado la carrera no entendía, se desilusionaba. Me gustaba lo que hacía pero no me quería dedicar a eso, no me daba una gran satisfacción”, confiesa.

Estudió Ciencias Económicas, Martillero Público, Trabajo Social, Profesorado de Inglés. Durante toda su vida Alina disfrutó de crear cosas, y comenzó a buscar por este nuevo camino una profesión posible. “Me interesé en la pelu porque siempre me hice un montón de cosas en el pelo, en Bolívar nunca encontré un lugar donde supieran entender lo que yo quería y siempre me iba disconforme: con el pelo verdoso, o quemado, o me faltaba un mechón, etc. Al final para mí la peluquería era pasarla mal, significaba volver llorando porque no había logrado lo que buscaba. Además me la pasaba mirando videos para conocer cómo hacerme un color rosa, violeta, y no estaba invirtiendo mi dinero en nada. Entonces le dije a Fede, mi novio ¿qué te parece si hago un curso para ver qué onda?, me intrigaba conocer qué tan difícil era lograr lo que siempre buscaba”. En ese momento, hace un año, Alina decidió buscar en internet el mejor instituto para estudiar en Buenos Aires.

Así es como se inscribió en Pivot Point, una academia internacional que tiene presencia en Capital Federal y allí inició su carrera. En principio se anotó en un curso de colorimetría y el comienzo fue para ella decisivo, “en la primera clase el profesor nos dijo que ustedes pueden ser peluqueros o pueden ser artistas, y cuando dijo eso sentí que había encontrado mi lugar en el mundo, porque yo quiero ser una artista en realidad. Si bien también me gusta el mundo de los negocios y me la paso emprendiendo, tengo un negocio, todo eso no me terminaba de satisfacer. De pronto encontré esto, empecé a aprender y me di cuenta de que es ilimitado y lo mejor es que puedo ser yo misma, ponerle mi impronta en todos los aspectos y hacer la diferencia con las peluquerías que yo había conocido”. En este sentido, propone que el espacio de la peluquería esté construido sobre las bases del disfrute, la relajación, “quiero que sea un lugar del que vos te vas feliz, y si no es así, no vamos a parar hasta que te vayas feliz”, agrega.

 

“Esta no es una peluquería”

Cortes de cabello, nutrición, alisado, queratina, color, peinados, asesoramiento, son algunos de los servicios que se ofrecen actualmente. El asesoramiento consiste en “conocer a la persona y poder ayudarla, a modo de consulta, aunque no venga a atenderse. Cualquier persona que tenga alguna duda existencial con su pelo, se puede acercar y lo podemos resolver juntas, eso es lo que más me interesa”, agrega.

Durante la primera semana de septiembre pasado, realizó su primer trabajo en Bolívar y en ese momento se enfrentó por un lado, a sus propias exigencias- que reconoce, son muchas- y por otro, al desafío que supone realizar un trabajo en particular por primera vez. Según sus propias palabras, “tenía terror, porque soy muy perfeccionista, exigente, ambiciosa, me gusta que todo salga bien. Entonces sufrí un gran estrés porque me estaba enfrentando a un mundo nuevo, no sabía cómo iba a salir eso en lo que no tenía ningún tipo de experiencia, ni una trayectoria de estudio. Además tenía a mis profesores en Capital, no les podía consultar, así que empecé con trabajos en los que no arriesgaba demasiado”. De a poco, Alina empezó a trabajar más, a adquirir confianza y a reconocer que lo que estaba haciendo era fruto de su dedicación, profesionalismo y aprendizaje continuo.

Ahora admite que no tiene límites con la peluquería, aunque ella prefiere llamarse esteticista, ya que el concepto de su trabajo abarca mucho más que el cabello. Esta perspectiva quizás, es la que hace de Cuca Feliz un espacio diferente a los demás. “Lo primero que me distingue de otros espacios es que esta no es una peluquería, es un espacio de creatividad, en algún futuro podrá ser un salón pero siempre descontracturado, artístico, donde lo que importe sea la persona, su vida, su historia, sus problemas de cabello, su personalidad, su vida. Todo eso me va a hablar de su pelo, yo necesito conocer a la persona que viene”, explica.

 

“No hay malos productos ni malos clientes”

Su misión excede el embellecimiento de una persona. Además se interesa por la persona, por su historia y salud, y principalmente por enaltecer la profesión. Con su trabajo, intenta brindar información, asesoramiento y romper con algunos prejuicios. “Hay un montón de mitos urbanos sobre el cabello, que a veces son creados por los mismos profesionales. Uno muy común que me han dicho a mí, es que nunca le pudieron lograr un rubio lindo, claro, pastel, porque su pelo tira más al rojo o al anaranjado y yo me agarro la cabeza cuando escucho eso, porque todo tiene su explicación pero para eso hay que estudiar. En realidad no hay malos productos ni malos clientes sino malos peluqueros, uno no puede echarle la culpa al cliente por algo mal logrado”, sostiene.

El uso de productos de calidad hace que el resultado del trabajo sea excelente “el 50% depende de vos como profesional, tus técnicas, tu conocimiento, tu trabajo, y el otro 50% es de acuerdo a los productos que utilizas. Si usás productos de baja calidad el resultado nunca va a ser el mismo, por más que quieras lograr un color la mayoría no tiene una gran paleta disponible. Hay marcas que se especializan en rubios, otras en rojos, por ejemplo, hay colores alucinantes y esos te permiten crear otros muchos más geniales”.

La clave para ofrecer un buen servicio es, para Alina, la capacitación constante. Si bien ya obtuvo sus primeros títulos, continúa perfeccionándose y considera que de ahora en más nunca dejará de hacerlo. Actualmente, está cursando la carrera denominada Estilista Profesional, en la Escuela de Leo Paparella.

 

“Sé a dónde quiero llegar”

El nombre Cuca Feliz, que aparece principalmente en Instagram, permite identificarla en su nuevo trabajo que, también por el título, la conecta con sus productos artísticos elaborados con anterioridad. Con respecto a este sobrenombre explica que “me lo sugirió mi hermana, cuando era más chica buscaba un nombre de fantasía y en mi Facebook me puse Cuca Altagracia Feliz Segura, pero era muy largo para los trabajos que estuve emprendiendo antes entonces lo acorté. Cuca es un sobrenombre que me puse yo sola, porque nunca me dijeron otra cosa que no sea un derivado de mi nombre como Ali, Al, Alina directamente. Le dejé el Feliz porque es la idea del espacio, que todos seamos felices, tanto para mí que hago lo que me gusta como para el que viene buscando un pelo soñado”

Su perspectiva de vida sucede ya, a través del pelo de las personas. Lejos de tener una mirada superficial, Alina percibe el lado sensible de las personas y considera que el cabello representa otra vía de comunicación. “El pelo dice todo de la persona. Alguien que tiene el pelo descuidado te indica que lo está pasando terrible, porque es probable que algún peluquero no lo haya entendido. Para mí el pelo es todo, siempre digo que puedo llegar a pesar 100 kilos y no me va a importar tanto como si tuviera mi pelo quemado, estropeado. Es mi seguridad, y estoy segura de que es prioridad para muchas mujeres y hombres, o no, pero muchas personas buscan que su pelo esté bien”.

Este emprendimiento recién comienza, y su creadora tiene grandes augurios para él. Pero no busca crecimiento económico, que podría ser lo principal en cualquier emprendimiento, sino que considera a este como una consecuencia del buen profesionalismo. Alina sostiene que “en cualquier emprendimiento que uno comienza en la vida, el dinero viene solo cuando una trabaja con pasión, cuando se levanta pensando en dar lo mejor en su trabajo. A  mí no me interesa llenar el espacio de 30 personas, no quiero que esto sea masivo porque me da satisfacción crear básicamente. También hay que aprender a escuchar las críticas sino no se puede crecer”.

La fuerza y la energía que le pone a cada cosa que emprende, también distingue a este proyecto de otros. Ella habla de poner su “impronta” en cada actividad que hace, y así como se apasiona al cantar, dedica gran parte de su voluntad a su presente sin perder de vista el futuro que, espera, sea muy bueno. “Soy muy soñadora y espero grandes cosas para mí. No tengo dudas de que me voy a acercar a las metas que tengo porque hacia allí voy, no veo por qué no podría llegar. Me gustaría estudiar en el interior, ser representante de alguna marca algún día, conocer representantes con los que sueño, vivir en otro país, viajar haciendo esto. No lo veo como un trabajo formal y estructurado, no quiero que se me pase el tiempo sin hacer lo que amo, que es esto. No lo veo como una actividad de paso, no sé qué voy a hacer de mi vida pero sí sé a dónde quiero llegar y hacia ahí voy”.

 

Contacto:

Instagram: Cuca Feliz

Celular: 2314-460252

Mail: bycucafeliz@gmail.com

 

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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