La cultura que se paró de manos

 

Kelo Sapula encabezó la movida de los centros culturales que reclaman una normativa que les otorgue legalidad sin caer en el formalismo que los condena a la desaparición ante el mercado.

 

Exequiel Kelo Sapula, responsable de Sapulandia, un centro cultural que funciona de tanto en tanto, encabeza las peticiones ante el Municipio y el Concejo Deliberante para “generar una Ordenanza que nos enmarque en un formato legal”.

El artista explica que “el problema que tenemos es el de responder a una necesidad, donde el under local –el productor cultural- no tiene más opción que caer en los lugares oficialistas, sea el municipio, un boliche, un restaurant… Nosotros no somos un café bar, ni un boliche bailable, ni un salón de eventos, sino que somos una casa de la cultura o una casa del artista o un centro cultural”.

La resistencia de los emprendedores culturales es la referente al no poder “inscribirnos como un comercio porque no lo somos, porque abrimos de tanto en tanto, no podemos pagar Ingresos Brutos, Monotributo, Tasas Municipales, porque no lo podemos sostener”, afirma. Agrega que llevarse “muy bien con Jorge (Fernández, el Director de Cultura), quien me está dando una mano incondicional, pero básicamente no tenemos un formato en el cual inscribirnos para estar en legalidad”, no se contempla aquí, aunque reconoce que “tenemos la disposición, queremos cumplir con las reglas, que tenga todo lo necesario, pero no podemos”. Esa imposibilidad legal hace que “tengamos que andar escondidos como ratas, siendo que no tenemos nada que ocultar, sino que lo único que estamos haciendo es agrupar en un mismo lugar las cabezas más grosas de Bolívar”.

 

Sapula se refiere a su Sapulandia, dice que “el nuestro no es ningún lugar para esconder, es hermoso, muy familiar, donde la gente va con sus pibitos. Lo que se consume es arte, sea música o teatro, queremos que sea un espacio abierto a la comunidad; para nosotros es un honor recibir a cualquiera que quiera expresarse, porque vemos que hay mucha gente llena de talento, y no observamos en el Estado un apoyo, cuidado y sostenimiento a esas cuestiones, porque no tenemos espacios. Esos lugares también generan trabajo, porque los artistas andan girando entre un centro y otro”.

El énfasis está en el planteo “pacífico, pero ya en una situación de exigencia para llegar a una solución. Yo sé que me faltaría el matafuegos y algo más, pero dame una mano, porque por hacés unos panchos y después te cae una factura de gas de 7 lucas. Entonces lo que estamos pidiendo es una Ordenanza o Reglamentación para dar lugar al under local”. Pero Sapula sabe que no da para más, “ya me harté de la persecución, de la desprotección, de la falta de colaboración, una negativa que es un palo detrás de otro en la rueda. Por un lado estamos pasando de pueblo a ciudad, y por otro no tenemos un solo centro cultural, es como quedarse en la prehistoria. Acá se trata de poner un poco de onda, de ganas, tengo modelos de Ordenanzas de Olavarría o Pinamar, y otros que nos están acercando, no sé a quién molesta y qué parte molesta. Porque si vamos a analizar, todo lo que se hace en el Centro Cívico está fuera de reglamentación, entonces ¿de qué la vamos?”, se cuestiona el artista.

 

Si bien se reconoce que hay intención de buscar una solución, los artistas no quieren dejar de pasar otro verano, porque no habrán golondrinas, prefieren enfrentar al Municipio y no “ir agachando la cabeza. Quiero llegar hasta el final para llegar a una situación, porque esto afecta a unas 50 personas aproximadamente, y no queremos terminar en un boliche. No quiero bajar los brazos, y sí asumir la responsabilidad de todo lo que esto genere, para bien o mal”.

Dice Sapula, “estos lugares nos han servido para vincularnos entre todos, para que el Chino Castro que escribe pueda encontrarse con Nacho Iriarte que toca el bajo, y surgen nuevos conceptos”, de eso se trata.

Es artista, debe defender lo suyo, porque “los seres humanos pasamos, pero lo que queda es la obra. Si Spinetta hubiera puesto una remissera, nos hubiéramos perdido los 40 discos que nos dejó. ¿Qué es un artista? Una persona que tiene un talento que desarrolla y lo comparte, porque la obra es el instrumento por el cual uno canaliza, la obra es fundamental para el desarrollo de la persona”, culmina razonando.