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Disfrutando

Por Verónica Ruíz

 

¿Que hay de la semilla si a cada momento corriese los pastos, escarbara la tierra y me fijase si ha dado sus brotes ya?.

Adentrarse en el proceso productivo no es correr detrás de los resultados, es más bien, no tener expectativas sobre ellos y brindarnos ese espacio futuro en donde lo que tiene que ser será en todo su esplendor... Una vez un discípulo acompañó en su viaje a Nasrudin por el bosque, y en su primer noche de descanso, el maestro pidió varias veces, que antes de dormir, atase el caballo. Terminada la cena ambos se retiraron a sus tiendas a orar y descansar al fin. El discípulo, había aprendido que la oración contiene toda la fuerza de la fe, por tanto, decidió orar un poco más y pedirle a Dios que cuidase de su único caballo. Al amanecer, vieron que el caballo se había ido… afligido el discípulo dijo: maestro, no lo entiendo, si he orado toda la noche, a lo que este respondió: “confía en Dios, pero ata el caballo”.

Es de las lecciones más bellas que he aprendido en mi vida, la fe y la fuerza de intención son herramientas súper poderosas, pero uno mismo siempre debe hacer su parte. Confiar es el hálito de vida, el suspiro divino que contiene el todo, pero el proceso es del hombre. Somos agricultores de nuestros sueños y proyectos, en sí, somos creadores directos de nuestras vidas, por eso cada acción honesta, noble y concreta, ungida en la bendición de la fe y libre de resultados condicionados, son la formula expansiva para una vida de dicha. 

El emprendedor a preparado su tierra, ha quitado las malezas, revuelto la tierra con cada movimiento a lo largo de su vida. Siente que ha sido tocado desde dentro, casi no lo puede explicar, la mayoría de las veces no puede hacer una proyección contable de su producción, las tablas, los porcentajes anuales, los estudios de mercado y otras herramientas, lo confunden un poco.  El no sabe por qué o cómo, pero sabe que funcionará.  La certeza del emprendedor reside en que ha colocado la semilla en tierra fértil, tiene las herramientas internas para confiar en que esta, se abrirá dando sus brotes y echando raíces, realiza las acciones concretas y se dispone a disfrutar del proceso creativo. No ha de apurar nada. Viaja en un ciclo perfecto con la naturaleza, danza con el viento de las oportunidades, nutriéndose con la energía del sol. Bucea sin resistencia en las lluvias, patina en los deshielos del amanecer y de tanto en tanto suelta alguna de sus hojas.  Se abre hacia el cielo expandiendo sus ramas y para ello, profundiza sus raíces. Ningún árbol nació ayer. Quien emprende lo sabe, por eso disfruta el proceso...

Disfrutar, significa dar (dis) frutus (frutus)... Eureka! Vinimos a dar frutos!!!!! Por tanto ser emprendedor no es una elección, es el modo de vivir para darnos al mundo!!!

Por sus frutos los conoceréis, y por sus frutos se conocerán”... Si miro mi obra y me veo en ella, si advierto mi esencia en aquello que estoy haciendo, si mi arte tiene mis manos y con ellas la firma de mi espíritu, entonces habré comprobado que el fruto soy yo… ¿Y qué fruto más genuino y maduro, podemos darle a este mundo que no seamos nosotros mismos?!

Es simple y amoroso el camino del emprendedor, no hay luchas ni forcejeos, solo hay un proceso creativo que acompañar, disfrutando de los pasos, para ser.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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