AGROECOLOGÍA

Pengue es conciencia racional

El reconocido catedrático define que la población tiene conciencia sobre el impacto de la agroindustria en la salud y el ambiente. Invita a las prácticas proactivas de los activistas.

 

En el marco del 10° Encuentro de Pueblos Fumigados de la Pcia. de Buenos Aires y 3° Encuentro de Agroecología de Bs. As. que organizó Tierra Viva Bolívar, entre los numerosos participantes se encontraron algunos de renombre internacional. Uno de ellos fue Walter Pengue, docente en las universidades de Buenos Aires y General Sarmiento, agrónomo, ambientalista, agroecólogo, desarrollista, economista y militante de la causa.

Se define como integrante de grupos de investigación especializados en economía ecológica y agroecología desde hace décadas. Explica que es “la primera vez que participamos” en un encuentro para escuchar a las bases de primera fuente, “su demanda tanto de nuevas políticas como a los mismos investigadores”. Para Pengue “aún hay mucho camino para recorrer, nosotros estábamos bastante solos al evaluar los primeros impactos de los cultivos transgénicos y la agricultura industrial que se venía. Lo positivo es el descubrimiento de la población como un derivado de esos impactos que empiezan a percibir, ya no de principios agroecológicos como planteábamos, la resistencia a malezas, los insecticidas, sino que ya pega fuerte en la salud y en el ambiente. Fíjense que en 2019 están organizando el 10º encuentro, mientras que la primera soja transgénica se liberó en 1996, por lo que es una cuestión meramente reactiva y no proactiva; entiendo que los movimientos a futuro tendrán que tener una posición proactiva, de cambio, para promover un nuevo modelo agrícola, agroalimentario, que nos ayude a cambiar a todos”.

El experto precisó que “Naciones Unidas lo está alertando, acaban de salir dos movimientos mundiales mostrando claramente que si pensamos seriamente sobre seguridad y soberanía alimentaria, el camino es la agroecología. Nos alegra que hoy los institutos técnicos de la Argentina, que antes lo negaban, ahora lo estén tomando; también las universidades estamos cumpliendo el rol con compromiso y con la obligación de ser serios en la investigación y ponerlos en manos de la población”.

En un sistema que juzga una no coincidencia entre la urgencia de la economía capitalista y los intereses medioambientales, pareciera que el gran productor queda al margen de las propuestas como las que se llevaron adelante en Bolívar. Sobre ello Pengue entiende que “hay que cambiar la cabeza” y repensando su propia historia formativa expone que “en la facultad de agronomía te forman en el no se puede, como que si no utilizamos agroquímicos y una base de fertilizantes de tal tipo no es posible producir. Uno aprende claramente, después de egresar y en los postgrados que sí hay caminos posibles de producción agroecológica, que hay salidas. El problema no es el productor, sino las grandes compañías que lo tienen atrapado, cualquiera de ellos puede estar generando una buena cosecha, pero que está endeudado, rogando a Dios que llueva o no y que los precios internacionales sean los mejores, eso es pan para hoy y hambre para mañana, algunos perderán”. En ese contexto incluye al cambio climático, “les decía a unos productores que este año son productores, y el que viene pueden ser pescadores”, dando cuenta de la incertidumbre en el corto plazo. “Algunos lo entendieron tarde y tuvieron que vender sus campos, y otros intentan luchar dentro de la lógica del mercado industrial, pero por suerte hoy no se piensa solamente en Argentina, sino que hay productores pequeños y grandes que están generando prácticas de producción agroecológica, y que funcionan”, exterioriza.

El investigador declara que “yo no pretendo que la gente se enamore de la agroecología, sí quiero que se comprenda que técnica, social y ambientalmente la agroecología pueda ser otra alternativa para que puedan vivir más y mejor. El abrir la cabeza es parte de nuestra función universitaria”, concluye.