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La Fábrica del Ritmo

Raúl Chillón y sus clases de percusión siguen componiendo espacios. El músico y docente, consolida la presencia de los tambores en distintos ámbitos, grupos y ciudades de la región.

 

La escuela de percusión para todas las edades es conducida por Raúl Chillón, acompañado por Federico Ron. Se trata de un emprendimiento cultural, pero además espacio de encuentro y socialización para viajar a través de los sonidos hacia América Latina. Música, colores, diversidad, amigos y mucho ritmo conviven las tardecitas en la biblioteca La Cultural.

 

“Quería armar algo así y vivir de eso”

Cuando Raúl volvió a Bolívar desde Capital, trajo con él una innovadora idea para la cultura local, proyecto que había surgido en Capital cuando dictaba clases individuales de percusión, reconociendo que "también había percusionistas reconocidos" en la tarea, originando "La Fábrica del Ritmo pero sin formato de escuela porque en ese momento era en mi casa. De a poco fui comprando instrumentos, duplicando lo que tenía y una vez que me sentí cómodo, me vine para Bolívar”. Estudió en tres conservatorios, en La Plata, Capital y Olavarría. En Bolívar sigue investigando y estudiando por su cuenta para ofrecer lo mejor de sí en las clases y eventos.

De adolescente tocaba la batería, pero la pasión despertó “desde el primer día que estudié percusión en La Sonora, el lugar donde empecé estudiar formalmente. Cuando llegué a La Plata, conocí el tambor, las tumbadoras, el bongó, instrumentos que en Bolívar no había visto siquiera tocar a alguien”. También allí se encendió la idea fundacional, “el día que llegué a La Sonora aluciné, ahí la enseñanza era grupal, el mismo que usamos acá con gente de todos los niveles, personas con experiencia con el que por primera vez agarra un tambor”.

Para su espacio necesitaba más que instrumentos, "sino que además suenen bien, que sean de calidad. Así era el primer espacio que conocí y en ese primer momento pensé en que yo quería armar algo así y vivir de eso”.

 

“Estamos en constante movimiento”

El nombre surgió en el Once al leer "un cartel que decía fábrica de souvenires para tortas; le agregué ritmo, listo, vino de esa pavada simple”. No obstante la casualidad, el nombre fábrica tiene su razón de ser, “cuando empezamos realmente con los chicos vimos que por ejemplo no cerramos nunca, está abierta todo el año, se hacen salidas de tambores, estamos en constante movimiento y quienes están dentro de la fábrica le encuentran sentido al nombre en esa producción en serie de ritmos y en el no parar”.

Existen distintos estilos dentro de la percusión, entre los cuales se dictan en La Fábrica: Festejo, Landó, ritmos afroperuanos que se tocan con cajón peruano, bongó y conga. “La música peruana es bien tradicional y muy festiva. Por otra parte los ritmos centroamericanos como sol, plena y merengue, se tocan con tumbadora, bongó. Estos son estilos muy conocidos por todos como salsa, es lo que se escucha en la radio básicamente, la parte de percusión”, aclara Raúl.

 

“Nunca tuvimos trabas”

Al momento de iniciar el proyecto, Raúl sostiene que “nunca me encontré con mala onda pero sí con prejuicios de pueblo. Cuando vinimos en 2012 era otro tema acá, muy distinto del que me había ido de adolescente, no había espacios donde poner esa energía. Era muy difícil, hacíamos folklore, tenía una banda, ensayaba y salíamos a tocar pero para las bandas de rock era muy difícil encontrar espacios. Al regreso me encontraba con esos prejuicios de que éramos los hippies del pueblo y otros asuntos”. No obstante, decidieron que para que algo pase en Bolívar, era necesario ponerse en marcha, porque “para que haya lugares para tocar hay que moverse, armar una banda, buscar espacios y demás. Yo todos los días me levanto para que pase algo, siempre busco que los eventos sean populares, que se hagan en la calle o con entradas súper accesibles para que pueda ir todo el mundo”. Recuerda que entonces, "excepto mi mamá, todos me decían que estaba completamente loco. Además en Capital estaba trabajando bien de músico, con menos clases y más tocadas en vivo, pero la verdad es que no me llenaba, no me sentía pleno. En Bolívar yo estaba seguro de que esto iba a funcionar y se lo decía a todos, y así fue creciendo un montón. Es importante ir viendo qué te gusta y cuánto te gusta, yo pienso que si me hubiera dedicado solamente a las clases probablemente no me gustaría tanto”.

 

“Nos motiva mostrar que con poco se puede hacer un show”

La organización de fiestas conjugan cultura popular, amistad y una forma de sostén, sea en la vereda o en un escenario, a la vez un motor impulsor porque “nos mantiene el deseo de proponer cosas nuevas, de no quejarnos porque nada pasa esperando a que el Estado nos traiga talleres, espectáculos y que se genere sin ningún esfuerzo propio. Yo en mis primeros 18 años de vida en Bolívar nunca vi una tumbadora, la idea entonces es mostrar los tambores y la musicalidad que se genera en la percusión”.

“Lo que siempre nos motivó fue demostrar que con poco o casi nada se puede hacer un show, juntar gente, vivir de esto con una cantina que acompaña y demás”, parte de ese hacer para que las cosas se den.

 

“Se puede vivir de la música”

Como artista, Chillón prefiere pararse del lado del optimismo. “Yo en este momento estoy en un punto de inflexión ya que si bien tengo la Fábrica que funciona perfectamente siempre lo combiné con clases en las escuelas formales. El año pasado trasladamos este mismo proyecto de Fábrica a Daireaux y Pehuajó con el formato de Orquesta Escuela. Después de estos años trabajando para lograr brindar lo mejor que se pueda, sí se puede vivir de esto, de enseñar y también de la música", aunque reconoce que la música siempre se pagó mal.

Transmitir la pasión por la disciplina que se enseña es un elemento fundamental pero que no está garantizado en ninguna formación, es en este sentido que la propuesta de la Fábrica se vuelve más interesante. “A mí me interesa ser un profe activo, es decir, poder estar dando clases pero a su vez que el fin de semana me puedan ver tocando en un escenario. Yo considero que transmitir eso es un trabajo y a todos les digo, incluso a los más chicos que ser músico es un trabajo, que se puede mantener una familia con esto, incluso yo lo hago, a mi modo y tocando en vivo, con otros proyectos paralelos pero existe la posibilidad”, transformándose en un emprendimiento autosustentable, aunque no lleno de eventualidades. Para Raúl "la clave está en pensarlo como un trabajo, seriamente, es tomárselo con responsabilidad, ser puntual, tratar bien a la gente y siempre proponer, estar focalizado y proyectar constantemente”. En ello, la misma idea del proyecto propio recobra significado, porque “para poder emprender algo hay que estar preparado para formar la idea inicial, comenzar y estar dispuesto a transformarla y tomárselo como un trabajo”.

 

“Hay muchas personalidades que se tienen que juntar”

La Fábrica forma un espacio de educación informal donde los tiempos, estructuras, contenidos y demás dinámicas son diferentes a las que se dan en las escuelas. Hay una formación técnica (cómo tocar), pero al tratarse de un acto grupal, "implica toda la cuestión de la socialización; en un ensamble hay muchas personalidades que se tienen que juntar sí o sí y eso nos permite pensar en la diversidad antes que todo lo demás. Los ritmos son muy diversos, hay que ensamblar eso en la mente para después poder tocarlo en forma grupal, eso implica mirar las manos, los palos, los ojos del otro y se genera algo impresionante”.

 

“Sigue vigente la necesidad de expresarse”

Viajar y conocer a través de los tambores también es posible, “yo siento que conozco poblaciones de lugares que nunca fui como Perú, Dominicana, Cuba y demás. Me gusta investigar las costumbres de cada país, las familias que han hecho aportes considerables al tambor, soy un poco obsesivo con eso”. Además el espacio brinda la oportunidad de rescatar la historia latinoamericana que, en parte, nos pertenece también a los/as bolivarenses, “yo tocaba el cajón peruano y en el conservatorio de Avellaneda conocí a una chica peruana que me invitó a su banda. Eran todos peruanos con distintos instrumentos, un chileno y yo tocando música peruana. Así conocí gente de distintos orígenes por la música que representa a su historia, sus personajes, los ritmos musicales y de vida. Entre lo más rico de la música latinoamericana está la rítmica”.

El ritmo de los tambores no se acaban al finalizar las clases sino que con el tiempo se va constituyendo en una filosofía de vida. “Absolutamente todos los ritmos son afrodescendientes, incluso los que tocamos en Argentina aunque no siempre lo aceptemos, surgen de la liberación y la expresión, los cajones por ejemplo se usaban para los pescados. A los africanos lo primero que les sacaban eran los tambores, ellos llegaban a otro país con una bolsita y el tambor bajo el brazo. Así empezaron a reconstruir la historia de los tambores que también es la nuestra. Tocar el tambor es como mantener vigente la sensación de necesidad de expresarse a través de la música”. Este medio de expresión es muy bien aceptado por los y las estudiantes de la fábrica, sobre todo en las edades más pequeñas, según cuenta Raúl, quienes hacen juegos sonoros. Pero la expresividad es un denominador común en todas las edades, “los adolescentes se enganchan mirando videos de Brasil, queriendo moverse como ellos y acompañan con la música. Las personas ya adultas por lo general se lo toman como una terapia, como un tiempo para uno mismo y se terminan entusiasmando con querer tocar bien para brindar lo mejor de cada uno”.  La superación de las limitaciones motrices, de socialización, el disfrute de la música y demás ventajas de la percusión hacen de las clases un espacio atractivo para compartir entre muchos/as.

Por último, La Cultural es una biblioteca popular autogestionada que actualmente no está percibiendo el subsidio nacional que se les designa a estas instituciones y que tiene interesantes ofertas de lectura y culturales dignas de conocer.

 

Horarios:

  • Minifabricantes (de 3 a 5 años): Lunes de 20 a 20,40 hs.

  • Samba Reggae (adultos/as): Lunes de 21 a 22 hs.

  • Ritmos Afroperuanos: Miércoles de 19 a 20 hs. y de 20 a 21 hs.

  • Iniciación a la percusión: Jueves de 21 a 22 hs.

  • Samba Reggae (de 6 a 8 años): Viernes de 18 a 19 hs.

  • Samba Reggae (de 9 años en adelante): Viernes de 19 a 20 hs.

Además, clases individuales con horarios a convenir.

 

Contacto:

Teléfono: 2314-627047

Facebook: La Fábrica del Ritmo- Escuela de Percusión

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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