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Stylo Rementería

La peluquería cumplió cuarenta años, un hombre que abandonó el campo para emprender un camino que lo ha dejado como uno de los referentes locales. Repasó su historia, hizo referencia al gremio como conjunto, a los cambios en la moda y concluyó estar “muy contento con la profesión y con la clientela”.

 

 

Eduardo Rementería celebra 40 años como peluquero el próximo 9 de setiembre. Comenzó en la década del ochenta en Mar del Plata, donde se formó en una academia, cumpliendo un viejo anhelo de su padre.

Analizó que cuatro décadas en Stylo parecen pocas; pero la verdad es que “son muchísimos años de esfuerzo, dedicación y también de la ayuda de la clientela que tengo porque, he logrado con el tiempo, tener clientes muy fieles. Así es que estamos trabajando, no sé hasta cuándo pero espero que sea por muchos años más”, relató sentado en un sillón de la peluquería en la apertura de la entrevista.

El comienzo y el encuentro con el oficio de peluquero lo encuentra en la ciudad costera de Mar del Plata. Eduardo viajó cuando tenía 20 años y se interesó por una propuesta que había en una academia sobre un curso de peluquería que duró seis meses: “Me perfeccioné, trabajé un tiempo y después me vine para Bolívar en el año ochenta”.

Ese fue su primer acercamiento y definitivo a las tijeras y los peines, que terminaría siendo su medio de vida. Antes de viajar a Mar del Plata, Eduardo recordó que su padre lo quería hacer estudiar peluquería en la ciudad; “pero en ese momento tenía 12 ó 13 años y no quise. Las vueltas de la vida quiso que después que mi padre falleciera, de alguna manera, cumpliera con su intención que yo estudiara peluquería”.

No hay antecedentes en la familia de Eduardo de peluqueros. Su padre quería que él aprendiera un oficio para no seguir el mandato familiar vinculado al campo, entonces “habló con mi madre para llevarme a que me enseñe otro peluquero; pero en ese momento, no se dio la oportunidad”.

Describió que “trabajaba en el campo junto a mis hermanos pero como era pequeño no daba mucho, entonces como a mí me gustaba más estudiar, a pesar que no pude hacerlo y el campo no me llamaba mucho la atención, decidí buscar otro alternativa y la vida me dio esta oportunidad”.

En Mar del Plata, después de realizar su formación como peluquero estuvo un corto tiempo. “Fueron seis meses en la academia, después corté a domicilio, en los colegios, siempre por cuenta propia hasta hacer mis primeras armas y luego, regresé a mi ciudad. Si bien no estaba pensado volver, no quería en ese momento; pero mi madre quiso que regresara y así lo hice”, relató.

Eduardo, desde que se instaló en Bolívar, siempre tuvo su propia peluquería. Su primer lugar fue en lo Darino, donde estuvo casi veinte años, en calle Mitre 627, antes había una antigua sombrería; luego estuvo en otros locales hasta llegar al de la actualidad, en avenida General Paz 244, donde va a cumplir dieciocho años en el mes de septiembre.

Ese primer local, era muy pequeño y Eduardo recordó que siempre tuvo muchos clientes del campo. “Tenía muchos amigos y conocidos de la zona rural y, en ese tiempo, trabajaba más que ahora, llegando a 24 ó 25 cortes. No me alcanzaba el día porque había muchos menos peluqueros que en la actualidad, donde antes había quince o veinte peluqueros hoy hay cerca de ochenta, sumando a los que cortan a domicilio, barberías, etc. Antes, hasta yo daba turnos para el domingo porque como se iban al campo el lunes, les cortaba ese día y se iban toda la semana”.

Con respecto al oficio, Eduardo consideró que “es difícil pese a que muchos dicen agarrás una tijera y un peine; pero no es tan así. La peluquería es muy difícil ya que, la persona al salir, tiene que quedar bien porque, cuando uno sale a la calle, se sabe si está bien el corte o le cortaron mal. Hay que dedicarse mucho ya que hay pelos distintos y todos los cortes son diferentes porque, justamente los cabellos son distintos; hay remolinos, hay estilos, como por ejemplo, siempre me decían en la academia que, a las personas de peso, hay que dejarse las patillas largas; al de orejas grandes, dejarla el pelo más largo. Si hacés diez clientes, todos tienen que salir con un corte distinto, algo que ahora no se cumple porque casi todos usan el mismo corte, te diría en todo el mundo, y es algo que me encanta porque más allá que es una moda, creo que el pelo corto queda muy bien”.

 

 

El corte de pelo siempre estuvo atravesado por alguna moda, el pelo largo, con patillas, pelo corto, etc. En la actualidad y, sobre todo, en las grandes peluquerías, “necesitan que el cliente vaya cada quince días cuando antes iban cada seis meses”, opinó.  Y Agregó que “cuando yo empecé estaba la moda del pelo largo y les cortaba cada seis meses aproximadamente, ahora vienen cada quince días a cortarse porque se pasan la maquinita con el cero, el uno y a los pocos días les crece más rápido. La ventaja es que hay más trabajo para el peluquero”.

A pesar de las modas que van cambiando, el oficio en sí, se mantiene con el paso de los años. Eduardo, expresó que “no ha cambiado mucho, sí se nota, en el caso de familias humildes que tienen chicos, que se compran una maquinita y se cortan el pelo con poca plata. No es que no quieran venir a la peluquería sino que se ahorran mucho dinero de esa manera”.

A su vez interpretó que “la peluquería cambió en el sentido de que, por ejemplo, antes los sábados se trabajaba todo el día y los lunes no se abría porque se decía que se trabajaba todo el sábado y el lunes se dejaba libre. Hoy, ya no es así porque ese día se tiene abierto. Lo mismo el Día del Peluquero que se trabaja igual, cuando antes cerrábamos todos y hasta hacíamos la fiesta del peluquero, teníamos nuestro sede en barrio Pompeya, un local hermoso con todas las comodidades; pero eso ya no está, porque los pocos que estuvimos como Rusillo, Scarillo, López, yo y otras personas, logramos eso y después se perdió todo”.

Hoy también, hay mucha más oferta en el rubro y hasta las peluquerías se han hecho mixtas donde la mujer le corta al hombre y viceversa, hay muchos que salen a cortan a domicilio. “Han venido muchos peluqueros de afuera, hay barberos y todo eso hace que se vaya disminuyendo el trabajo”.

Rementería siempre trabajó con gente de edad aunque también; pero en menor medida, se dedica al corte de jóvenes. Y el paso del tiempo ha hecho que pierda mucho clientela por la ley de la vida, “sufro la muerte de muchos clientes, por eso, luego de tantos años les tengo que agradecer a todos los clientes y amigos. Cumplí 65 años en mayo y estoy muy contento con la profesión y con la clientela”.

Sobre los clientes, consideró que entre el 80 y el 90 por ciento de los clientes vuelve, “a otros, los veo con el pelo corto y quizá, no volvieron porque no tienen una peluquería, se cortan en otro lado porque pueden ir un lunes, por el precio o porque no tienen un peluquero fijo. Donde está vacío entran, pero igual es un porcentaje mínimo. A mí, la clientela se me mantiene, es más, cuando cierro por vacaciones durante diez días, la gente me espera, viene cuando vuelvo a abrir y eso es una satisfacción. Cuando cerré en enero, al volver hice 100 personas en cinco días porque me estaban esperando, y es algo que me puso muy contento porque, que te esperen es una gran cosa”, afirmó satisfecho.

En su peluquería, conserva un sillón de corte de niños de hace 30 años y hoy muchos de esos niños, que fueron a cortarse el pelo cuando tenían cuatro o cinco años, siguen yendo a la peluquería. “Cuando vienen y les cuento a esos mismos clientes que les cortaba en ese pequeño sillón, lo miran y no lo pueden creer”. Hablando de sillones, el famoso sillón de peluquero casi no existe más. “Ya no se usa más como tampoco los espejos grandes, han cambiado un poco las formas de la vieja peluquería”.

El peluquero se mostró conforme con la decisión que tomó hace cuarenta años al iniciarse en el oficio de peluquero. “La verdad es que no me arrepiento porque me ha ido muy bien, dentro de lo que se puede ganar en esta profesión, que puede ser mucho o regular, no me puedo quejar. Es algo muy lindo este trabajo que además, en lo estrictamente económico, genera dinero todos los días sin necesidad de esperar 30 días para cobrar”.

Por último, Eduardo tuvo un párrafo para los clientes, manifestó que “lo principal es el trato hacia ellos. Tengo clientes que parecen que fueran familiares, hablamos mucho y no se fijan en el espejo porque son personas que vienen habitualmente y les gusta la forma de atención. Además el cliente paga y uno siempre tiene que atenderlo bien”, concluyó uno de los referentes de la actividad local.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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