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VIDRIERIA “EL TURQUITO”

 

“Ojalá que no se pierda este oficio”

El Turco Reguero es uno de los últimos vidrieros. Comenzó a los 13 años a trabajar en una fábrica de cabina de tractores, donde comenzó el oficio. En 1967 comenzó su propio comercio, “ya son 52 años por cuenta mía, la gente me ha ayudado mucho”. Su hijo Germán continuará la posta.

 

 

 

 

El 11 de junio del año 1944, se instituyó el Día del Vidriero para reconocer una actividad que, conjuga tanto la creatividad del artesano como lo más avanzado de la tecnología industrial, aplicada a la variedad de los materiales. Por eso, visitamos la vidriería más antigua de la ciudad para charlar, en forma amena, con su propietario, Rubén “Turco” Reguero.

Reguero, empezó con el oficio de vidriero, el 1 de diciembre de 1964, en la fábrica que tenía su papá, un hermano de éste y un tío, de apellido Genovese quien también era uno de los dueños y además, fue el que le enseñó a trabajar con los vidrios. “Él no era vidriero sino que era herrero; pero había aprendido a cortar muchos vidrios”, comenzó relatando el “Turco”, apodo con el que se lo conoce en Bolívar y en todo el mundo boxístico.

“Un día –siguió contando–, un tío mío, de nombre Juan, me dejó con un vidrio para que yo lo colocara; pero no sabía ni cómo se hacía, entonces lo llamé a él, que era un genio y el que ideaba todas las cabinas de tractores de la fábrica, que tuvieron durante 40 años, aunque él murió muy joven, a los 53 años, en 1975. Así que me enseñó, puso como iba la ventanilla del tractor, me indicó cómo se cortaba el vidrio, y así fue como empecé a colocar vidrios mirando cómo lo hacia él. Haciendo y practicando eso me tuvo medio día, siempre él al lado mío”.

La fábrica de cabinas de tractores se llamaba “La unión industrial” y estaba ubicada en avenida Belgrano 750. Llegaron a tener 40 empleados y vendían cabinas a toda la provincia, llegando a ser muy reconocida por la calidad de sus productos. Ellos vendían desde acá, en IPAGA, P.F.A, Román Tello; hasta Carhué y la zona; Pehuajó, 30 de Agosto, Ayacucho, General Belgrano, entre otras ciudades.

En este recorrido histórico, Reguero se tomó un minuto para hablar de Román Tello. Observó que “él siempre decía que había que ayudar a la industria de Bolívar porque las otras casas de ventas importantes de Bolívar nos habían dejado de comprar. Pero ellos seguían comprando, por eso me quedó grabado, y es muy cierto que hay  que apoyar a lo local, porque es la única forma de generar más trabajo”.

Volviendo a la fábrica de cabinas dijo que “hasta el día de hoy hay cabinas de ese tiempo, toda ideadas por mi tío Bautista, primero de una forma y después de otra, las cuales ya salían terminadas hasta con el vidrio colocado”, recordó el Turco.

 

Reguero empezó a interiorizarse por el oficio de vidriero desde muy chico, a los 13 años. También, sabía soldar las partes de las cabinas donde iban los vidrios y atender la parte de repuestos que tenían en la misma fábrica.

En el año 1967, ya el Turco se construyó la mesa de trabajo que hoy todavía conserva y usa en su vidriería, para empezar a trabajar por su propia cuenta, fuera de las horas de trabajo de la fábrica. Le habían prestado una pieza grande donde cortaba los vidrios; pero todavía no sabía colocarlos en casas ni en obras. Así fue que el año 1968, hizo una amistad con Oscar Báez, que hacia cuadros y estaba en la esquina de calle Zapiola y avenida Alsina con su vidriería y casa de cuadros. “La primera obra que agarré fue la carnicería de Cardoso, lugar que hoy sigue siendo una carnicería. Los vidrios iban con unas tablitas, como contra vidrios y no sabía cómo iban. Así que vino Báez y me explicó. Así empecé a trabajar por mi cuenta”.

El incipiente trabajo del Turco, por sus propios medios, quedó trunco por un problema de salud, desde los 18 a los 22 años, en donde podía hacer muy pocas cosas. “No podía trabajar pero gracias a mi padre me logré curar, él luchó mucho para que yo me pusiera bien. También, le agradezco al doctor José Bucca, que por su atención médica, me pude recuperar y volver a trabajar”.

 

Después de su enfermedad, el Turco debió dejar de jugar al fútbol, algo que le gustaba mucho; pero siempre estuvo cerca del deporte, como por ejemplo, ligado al Club Argentino hasta el año 1977. También, otra de sus grandes pasiones es el boxeo.

Finalmente, el 1 de diciembre de 1974, montó su propia vidriería en un local de calle Falucho y avenida Belgrano, donde estuvo hasta el año 1977. El 8 de junio, se trasladó a su actual lugar, en calle Quintana. “En todos estos años, que ya son 52 por cuenta mía, la gente me ha ayudado mucho. No me olvidó nunca de Cacho” Sánchez, de pinturería “Cachito”, que fue él que me enseñó a tratar con la gente y a cómo tenía que trabajar.  Yo trabajé muy bien con todos, otro que me ayudó mucho, dándome trabajo fue Néstor Remis, cuando estaba en IPAGA. Hay gente que viene desde la primera época y hoy, después de tantos años, lo sigue haciendo”, reflexiona.

Con respecto al trabajo, contó que “desde el municipio, yo instalado en mi lugar como vidriero desde el año 1974 hasta el gobierno municipal de Reina, nunca me dieron trabajo. En la actualidad, es para destacar, que reparten bien el trabajo que dan y eso es bueno porque todos tenemos que laburar.  Lo que a mí me extraña mucho y lo voy a decir es la Cooperativa Eléctrica, porque eso es nuestro; pero sólo una vez colocamos unos vidrios, cuando quedamos dos vidrieros y el otro estaba de vacaciones. Después nunca me dieron un trabajo. Creo que tendrían que repartir el trabajo entre todos y llamar a licitaciones”.

El turco consideró que el oficio del vidriero cambió mucho en varios sentidos. “Antes había muchas obras y además, ahora con el tema del aluminio se achicó el trabajo, aunque destacó que nunca le faltó”.

Desde hace dos años, se sumó a la vidriería el hijo del Turco. Germán, le dio otro movimiento al negocio, pudiendo hacer obras grandes y trabajos de mayor porte, como cambiar vidrieras.

Otro de los cambios para destacar es que ahora muchas aberturas ya vienen armadas con los vidrios. Sobre esto, el Turco contó una anécdota porque al principio no sabían cómo venían armadas. “Primero, si bien venían de afuera no traían el vidrio colocado. Un día estando con Cristino Román, de quien también me quiero acordar porque estuvo 15 años trabajando acá, no sabíamos cómo desarmar una de esas aberturas. Si bien traía las indicaciones para hacerlo; pero como él era muy curioso, pudimos darnos cuenta después de un tiempo para poder hacer el trabajo”.

Estás nuevas aberturas de aluminio poco a poco, según el Turco, “se empezaron a imponer. Lo mismo ocurre con muchas aberturas de madera que trae el vidrio con el contra vidrio pegado, y cuando uno lo corta se rompe y, a veces, la gente no entendía eso y había que sacarlo y cambiar todo para que quedara bien porque el contra vidrio original no viene igual”.

Más allá de estos cambios, donde muchas veces el vidrio, la madera o el acero se reemplazan por otras aleaciones, sostuvo el Turco, el vidrio “es irremplazable”. Una posibilidad distinta al vidrio y algo más barata, es el policarbonato que de acuerdo a las propias palabras del vidriero no es muy aconsejable. “El policarbonato dura un tiempo y después se opaca, se raya. Yo lo tengo a la venta pero siempre le digo al cliente sobre las alternativas más viables”.

 

Consultado sobre el oficio de ser vidriero, respondió que se requiere de mucha mano de obra y “no es fácil. En una época había sólo dos vidrierías y si nos hubiéramos puesto de acuerdo hubiera sido beneficioso para todos. En ese entonces, se trabajaba muy barato y la mano de obra prácticamente no se cobraba, entonces no se ganaba lo que debía ser”.

La llegada de Germán a la vidriería vino para reforzar el trabajo con Marcos Ingliso, un joven que trabaja con el Turco desde hace unos años. El Turco se dedica a lo que es la atención en el negocio y ellos hacen los trabajos en las obras y casas particulares. Definió a Marcos como “el vidriero del futuro, sabe mucho, es muy prolijo y me gustaría que progrese. Inclusive ahora va a empezar a hacer la zona porque no hay vidrieros, somos muy pocos pero nunca se me dio por salir a expandirme porque siempre me gustó más trabajar en el negocio”.

Rubén Reguero es el vidriero que más antigüedad tiene en Bolívar y siempre trabajó bien, “nunca me faltó nada”, expresó. En cuanto al servicio que ofrecen es muy variado y amplio. Tanto la atención en el negocio como armado de cuadros, el trabajo en obras, casas, colocación de vidrieras, puertas de blindex, etc. 

Hoy, y después de más de 50 años de trabajo al frente de la vidriería, Reguero, pese a su jubilación, sigue atendiendo y trabajando. “Me gustaría que Macri viviera con 11 mil pesos a ver qué hace. Tengo casi 70 años y debo seguir trabajando, inclusive hoy ya no puedo agarrar más las planchas grandes de vidrio porque ya no me dan las manos como antes o tampoco puedo estar tanto tiempo parado, por eso, ahora vengo un poco más tarde y me dedicó a la atención al público y trabajos más chicos”.

Por último, el Turco envío un mensaje a todos los vidrieros para que tengan trabajo y pidió que “ojalá que no se pierda este oficio”.

Vidriería “El Turquito” está en calle Quintana 635, teléfono 15440126.

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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