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El atrevimiento de Martín Tetaz

 

El economista lanza un libro para analizar los vínculos entre la piscología y la economía. Aborda las teorías del comportamiento desde los aspectos cotidianos. ¿Cómo y por qué decidimos?, el sueño de quienes conducen.

Economía, psicología y felicidad. Casi buscando la respuesta a una pregunta sin resolver: ¿la plata hace la felicidad?, el economista platense Martín Tetaz desanda un camino que evidencia la relación del proceso psicológico como uno de las principales variables que afectan a la economía, ya que de ella dependerán las decisiones, tanto desde la macropolítica que incide en el futuro de un país, como a la compra en el almacén. “Psychonomics, la economía está en tu mente” es el libro que anda presentando, despertando singular interés.

Tetaz, con enfoques originarios, o buceando en la historia de viejos y nuevos estudios psicoanalíticos y económicos, va tramando un tejido de intersecciones que visualizan nuevos enfoques en las relaciones de la economía, la sociedad y el yo de las personas. No son abordajes pesados, científicos, sino mínimas referencias que sintetizan investigaciones y que él, de manera simple, las lleva a los ejemplos de la vida cotidiana. Como un relato, o una novela, Tetaz se muestra como un gran escritor, un reinventor de los conectores que hacen fácil una lectura para lelos, pero que despierta el interés de los expertos.

Psychonomics apunta a dilucidar un sueño que responda a la pregunta ¿cómo tomamos las decisiones económicas?. Tetaz busca explicaciones a cuestiones tan simples –pero que no se practican- como qué carrera universitaria elegir, cuál será el costo/beneficio de la misma, por qué compramos dólares, cómo elegimos nuestra pareja, las políticas económicas de una nación… es decir, un auténtico abordaje a la psicología del comportamiento bajo la mirada de un economista inquieto.

El enfoque también pone de manifiesto lo que hemos conocido como geografía de la percepción, es decir cómo las sociedades se representan en un mundo real, congregado por similitudes que nos cruzan. Tetaz evidencia que al estudiar segmentos poblacionales, nos muestra actuando en contextos de gentes iguales, por lo que se produce una construcción de la realidad a partir de esa percepción, construyendo un todo representativo, dejando de lado a otros actores comunitarios. Casos de microclima, como se los puede conocer.

Cuando Tetaz decide manifestar cómo el “efecto habituación” juega en los humanos, busca un ejemplo memorable como el acierto de los trece puntos del PRODE millonario en manos de Mercedes Ramón Negrete, el que “por desgracia duró poco”. En ello los estados de ánimo hacen a “que nos sintamos más o menos felices”, como una respuesta a una “novedad que exige de nuestra parte cierta acción compensadora, para restaurar el balance con el ambiente”, como un termostato, dice. Y así evalúa que aquellos que tienen los peores trabajos del mundo, no son menos felices. Esa habituación se da, incluso, “cuando la desgracia golpea a nuestra puerta súbitamente”, a la que terminamos habituándonos.

Tetaz va más allá. Demuestra que no siempre respetamos lo que decimos, sino que generalmente difiere la manifestación de lo que decimos querer o ser, de lo que finalmente haremos.

Según su minuciosa lupa, Tetaz ha logrado inventariar suficientes estudios como para determinar, bajo conceptos económicos, desde la selección de las hembras para su protección en el mundo animal, hasta las variables que influyen en la selección de la pareja. No menos llamativo, llega a analizar conceptos por los cuales variables como fidelidad/infidelidad, también son atribuibles a cosmovisiones imbricadas en profundas y ancestrales percepciones de seguridad ligadas a la ciencia económica.

 

Para el fútbol también vale

Tetaz sabe buscar anclajes para llamar la atención. Se remonta al 2 de julio de 2010, al mundial de fútbol en Sudáfrica, el día en que los uruguayos deben superar al seleccionado de Ghana, partido que se define por penales. ¿Es cuestión de azar?, se plantea el economista. Obvio, “el ejecutante debe decidir si pateará a la izquierda, a la derecha o fuerte al medio”, lo que pone al arquero en el terreno de las intuiciones, sin tiempo de reacción. Por ende, tampoco el pateador debe repetir la dirección.

Tetaz analizó un estudio en el que se analizaron 459 penales, detectando que el 75% de los tiros se convirtió en gol. Un 44% pateó al palo contrario de la pierna con la que patearon, un 38% eligieron el otro palo, y un 17% lo hizo al centro.

En el caso uruguayo, el economista se mete en el partido. Se convierten los dos primeros tiros, hasta llegar al 3-2, cuando el “Loco” Abreu tiene el turno para definirlo. Si mete el gol, su equipo pasa. “Abreu, con toda la responsabilidad del pasaje a semifinales sobre sus hombros, con una nación completa conteniendo la respiración y todos sus compañeros al borde de un infarto, toma una decisión en el centro de la cancha que sellará su apodo a sangre y fuego: “pica” el penal y patea despacito al centro del arco, casi como si estuviera jugando a errarlo. Nadie podría haber imaginado tanta locura, tampoco el simpático arquero ghanés que se arroja hacia su derecha y nada puede hacer para detener el agónico ingreso de la pelota en la meta”. Allí Tetaz pone en juego todas las variables que la ciencia le puede arrojar, las mismas posibilidades que el “loco” haya leído esos estudios, por los que pudiera conocer que solamente el 2% de tiros un arquero se queda parado. El “loco2 se “apartó de las predicciones de la clásica teoría de los juegos”, una muestra por la que el fútbol, “una metáfora de la vida” en la que se “pone a prueba lo mejor y lo peor del hombre, desnuda nuestras miserias, transparenta las emociones más básicas, refleja el modo en que tomamos decisiones, respetamos reglas y hacemos trampa; muestra nuestra esencia”, define el economista que se animó a romper las reglas de su propio juego.


 

 

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Ciudad de Bolívar - Provincia de Buenos Aires - Argentina - Año 2014

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